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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
III Semana de Cuaresma
Sábado
Salmo responsorial: 50, 3-4.18-19.20-21
Quiero misericordia, y no sacrificio.
Dejémonos ganar por el salmo, que ha puesto en nuestros labios palabras de
arrepentimiento y compromiso: “misericordia, Dios mío, por tu bondad... lava del
todo mi delito, limpia mi pecado... reconstruye las murallas de Jerusalén”.
¿Deseamos y pedimos a Dios que en verdad restaure nuestras murallas, nuestra
vida, según su voluntad?, ¿o tenemos miedo a una conversión profunda?
Reconocemos que somos pecadores. Pero lo reconocemos porque
contemplamos nuestra vida desde el Rostro amoroso de nuestro Dios y Padre.
Decidimos volver a Él porque Él nos amó primero, y entregó a su propio Hijo como
la prueba máxima del amor que nos tiene.
Queremos dejarnos amar por Él; queremos que Él nos tome en sus manos y
nos moldee, conforme a su voluntad, como el alfarero moldea el barro tierno.
Queremos que Él nos dé un corazón nuevo y un Espíritu nuevo, olvidando nuestros
delitos y pecados; haciéndonos santos como Él es Santo; purificándonos de tal
forma que nuestra vida le sea grata, como si fuera un sacrificio libre de todo
defecto.
Que Dios nos conceda llevar una existencia santa en amor a Él y en amor a
nuestro prójimo, de tal forma que toda nuestra vida sea para Él una continua
ofrenda de alabanza.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)