Ciclo A. XXIX Domingo del Tiempo Ordinario A
Pedro Guillén Goñi, C.M.
“Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” (Mt.22,21). Así
responde Jesús a la pregunta capciosa y malintencionada de los fariseos que lo
hacen para desautorizar su mensaje y forzarlo a vivir una situación peligrosa, de
enfrentamiento entre el poder político y religioso. Jesús se da cuenta que le han
tendido una trampa: si dice que hay que pagar el impuesto al César, pone a la
sociedad en su contra, y se hermana con los imperialistas, enemigos del pueblo; si
responde que no hay que dar los impuestos a los romanos, le perseguirán por
revolucionario y transgresor del orden constituido.
Sabemos que en el mundo hay personas y grupos con mala intención que cuando
preguntan algo lo que pretenden es fastidiar, conseguir un interés personal aunque
no sea el justo, revolver las aguas de la murmuración, la intriga y la envidia… y al
final sentirse victoriosos porque han conseguido lo que pretendían: hurgar en la
herida de las malas intenciones hasta hacerla sangrar sin importar las
consecuencias y el daño que se hace. Deberemos tener mucha capacidad de
discernimiento y prudencia para captar las intenciones de ciertas preguntas que no
tienen la finalidad de unir sino de dividir, enfrentar y excluir. ¡Que diferencia con
otras preguntas que le hacen en al Señor en el Evangelio y en experiencias
personales donde hemos podido participar con pureza de intención, con afán de
construir, de llegar a la verdad y de intentar soluciones para que la persona o el
grupo se sienta más feliz!.
La respuesta del Señor –“den al César…”- es modelo de aprendizaje para
situaciones parecidas. Como la hemos escuchado repetidas veces nos puede pasar
desapercibida y, sin embargo, podemos descubrir de ella algunas enseñanzas para
nuestra vida cristiana:
Preguntar siempre con rectitud de intención, para aprender, aconsejar, ayudar y no
por alimentar la curiosidad y la murmuración.
Adquirir conciencia de la responsabilidad y compromiso que, como discípulos del
Señor, tenemos en las tareas y servicios públicos. Estamos llamados a cooperar en
beneficio del bien común en diferentes esferas políticas y sociales: cambios de
estructuras injustas, promoción humana, opción por la justicia y derechos humanos
y tantas formas de participación ciudadana para conseguir un mundo mejor.
Siempre actuando desde la honradez y honestidad, en beneficio del interés común.
Impulsar nuestra fidelidad a la adhesin del Seor “a Dios lo que es de Dios”. Todos
nuestros ideales, objetivos, proyectos deben estar iluminados por la presencia y la
luz de Cristo. Los criterios del Señor, expuestos en el evangelio, deben iluminar y
ser la base esencial de nuestra actuación en el mundo.
Fuente: Somos.vicencianos.org (con permiso)