1
Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
V Semana de Cuaresma
Martes
Salmo 101
“Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti, no me escondas tu
rostro el día de la desgracia”.
El autor del Salmo 101 es un pobre gravemente enfermo, pero que no ha
perdido la confianza de ser salvado de su enfermedad, pues conoce las frecuentes
visitas de Dios a su pueblo.
Por profundo que sea nuestro abatimiento, alcemos nuestros ojos a Dios,
como Israel los levantó al signo que le presentaba Moisés y contemplemos a
Jesucristo, nuestra salvación, en la Cruz. El Señor nos librará, aunque por nuestros
pecados nos sintamos condenados a muerte: “Señor, escucha mi oración, que mi
grito llegue hasta ti, no me escondas tu rostro el día de la desgracia.
Dios nos contempla siempre con gran amor y misericordia. Somos sus hijos y
jamás rechaza la obra de sus manos. Cuando lo invocamos Él nos escucha y nos
libra de la mano de nuestros enemigos. Dios no quiere que vivamos en la
desgracia; y cuando los muros de nuestra vida parecieran derrumbarse, Él acude a
nosotros para sostenernos, para reedificarnos, para librarnos de la desgracia.
Por eso, quienes hemos sido hechos partícipes de su misma vida, debemos
ser también un signo del amor protector y misericordioso de Dios para los demás.
No seamos, por tanto, ocasión de pecado, de escándalo, de destrucción de la
conciencia de nuestro prójimo. Dios nos contempla con amor y nos tiende la mano
en nuestras necesidades. Vayamos y hagamos nosotros lo mismo con nuestro
prójimo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)