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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
I Semana de Pascua
Lunes
Salmo 15
El salmo 15 es un cántico luminoso, con espíritu místico, como sugiere ya la
profesión de fe puesta al inicio: “Mi Señor eres tú; no hay dicha para mí fuera de
ti” (v. 2). Así pues, Dios es considerado como el único bien. El alma encuentra su
felicidad en vivir en compañía de Dios, porque Él es la fuente única de todo bien.
La idea central del poema es la de la confianza ciega en Dios. El salmista se
acoge a la protección divina como única fuente de felicidad. Por eso lo proclama
como Señor único, pues sólo en Él encuentra su dicha.
Este sentimiento de seguridad bajo la protección de Dios hace que el justo
experimente gran alegría y que con Él descanse sereno, y pueda hacer frente a
todos los peligros. Movido de esta confianza, el salmista espera que su Dios no le
dejará ir a la región subterránea donde están los difuntos. Espera que su Dios
protector le libre del peligro de muerte, de ver la fosa, la muerte.
El salmo 15, en el lunes de la octava de la resurrección, nos evoca de una
manera muy intensa, como lo indica ya san Pedro el día de Pentecostés (cf. Hch
2,25-28), el recuerdo de Jesús resucitado, el plenamente fiel al Padre, el que no
siguió dioses extraños ni cedió cuando se trataba del amor al Padre. Por eso, el
Padre no dejó a su fiel conocer la corrupción del sepulcro, sino que le enseñó el
sendero de la vida y le sació de gozo en su presencia .
Que este salmo, pues, nos afiance en nuestra fidelidad bautismal ante
cualquier tentación, y, en este lunes después del domingo de resurrección, nos
recuerde a Jesús resucitado de entre los muertos, dándonos la esperanza de que
también nosotros, como él seremos saciados de gozo en la presencia de Dios.
Que, con esta esperanza, nuestra carne descanse serena.
Protégenos, Señor Jesús, que nos refugiamos en ti, y lleva a plenitud en
nosotros tu designio de vida y de salvación; concédenos que, iluminados con el
gozo de tu resurrección, encontremos, un día, en tu presencia, con todos los
santos, la alegría perpetua, por los siglos de los siglos.
Padre Félix Castro Morales
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Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)