1
Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
II Semana de Pascua
Viernes
Salmo 26
La primera parte del salmo 26, que hemos escuchado hoy, es una oración de
esperanza para cuando fallan todas las esperanzas: que se multipliquen los
enemigos, que crezcan las pruebas y las dificultades, “si Dios está con nosotros,
¿quién estará contra nosotros?” (Rm 8,31).
La vida del creyente con frecuencia se encuentra sometida a tensiones y
contestaciones; a veces también a un rechazo e incluso a la persecución. El
comportamiento del justo molesta, porque los prepotentes y los perversos lo
sienten como un reproche. Lo reconocen claramente los malvados descritos en el
libro de la Sabiduría: el justo «es un reproche de nuestros criterios; su sola
presencia nos es insufrible; lleva una vida distinta de todos y sus caminos son
extraños» (Sb 2,14-15).
El fiel es consciente de que la coherencia crea aislamiento y provoca incluso
desprecio y hostilidad en una sociedad que a menudo busca a toda costa el
beneficio personal, el éxito exterior, la riqueza o el goce desenfrenado. Sin
embargo, no está solo y su corazón conserva una sorprendente paz interior,
porque, como dice la espléndida “antífona” inicial del salmo, “el Señor es mi luz y
mi salvación (...); es la defensa de mi vida” (Sal 26,1). Continuamente repite: “¿A
quién temeré? (...) ¿Quién me hará temblar? (...) Mi corazón no tiembla. (...) Me
siento tranquilo” (vv. 1-3).
Casi nos parece estar escuchando la voz de san Pablo, el cual proclama: “Si
Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?” (Rm 8,31). Pero la serenidad
interior, la fortaleza de espíritu y la paz son un don que se obtiene refugiándose en
el templo, es decir, recurriendo a la oración personal y comunitaria.
Señor Dios, luz y salvación de los que en ti esperan, tú que no abandonaste
a tu Hijo amado cuando le asaltaron los malvados para devorar su carne, sino que
lo escondiste en tu tienda y lo alzaste sobre la roca en el día de la resurrección, no
abandones a tus siervos que buscan tu rostro y haz que también nosotros podamos
levantar la cabeza sobre los enemigos que nos cercan y lleguemos a gozar un día
de tu dicha en el país de la vida, por los siglos de los siglos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)