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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
III Semana de Pascua
Martes
Salmo 30
Este salmo 30 se canta el Viernes Santo, ya que Jesús en la cruz, tomó de él,
su "última palabra" antes de morir: "En tus manos, Señor, encomiendo mi Espíritu"
(Lucas 23,46). Pero todo el salmo se aplica perfectamente a Jesús crucificado. Para
hacer esta aplicación personal, Jesús no tuvo necesidad de forzar el sentido.
“En tus manos encomiendo mi espíritu”. Estas palabras del salmo afloraron
espontáneamente en sus labios... Antes de entrar en el “sueño de la muerte”. Y la
Iglesia en el oficio de “Completas”, nos sugiere repetir cada tarde, antes de
acostarnos: ponernos en las manos del Padre.
Habiendo puesto este salmo “en labios” de Jesús, hay que ponerlo “en
nuestros propios labios”, repetirlo por cuenta nuestra, y para el mundo de hoy.
¡Hay tantos enfermos, en los hogares y en los hospitales! ¡Tantos perseguidos,
tantos despreciados, tantas personas consideradas como “cosas”! ¡Tantos aislados,
abandonados!
Nos hemos de sentir felices al decir estas palabras: “En tus manos
encomiendo mi espíritu”. Se nos quita un peso de encima, descansamos y
sonreímos en medio de un mundo difícil, porque nuestro espíritu está en las manos
de Dios. ¡Benditas manos! ¿Y cómo hemos de volver a dudar, a preocuparnos, a
acongojarnos pensando en nuestra vida y en nuestro futuro, cuando sabemos que
estamos en las manos de Dios?
Toda nuestra vida ha de ser puesta en las manos de Dios. Hoy y siempre le
podemos decir: Tú conoces el tiempo y la medida, tú sabes mis fuerzas y mi falta
de fuerzas, mis deseos y mis limitaciones, mis sueños y mis realidades. Todo eso
está en tu mano, y tú me amas y quieres siempre lo mejor para mí. Esa es mi
alegría y mi descanso.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)