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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
IV Semana de Pascua
Martes
Salmo 86
El canto a Jerusalén, ciudad de la paz y madre universal, que acabamos de
escuchar, por desgracia está en contraste con la experiencia histórica que la ciudad
vive. Pero la oración tiene como finalidad sembrar confianza e infundir esperanza.
El salmo 86 literalmente canta la gloria de Jerusalén y su maternidad
universal. Dios ha colocado en la ciudad santa su morada y la ama con predilección:
El Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob . Por eso,
aunque humanamente Jerusalén sea exigua e insignificante a los ojos del mundo,
llegará a ser la madre de todos los pueblos; incluso los más poderosos y terribles
enemigos de Israel: Egipto y Babilonia, desearán llegar a ser sus hijos: Contaré a
Egipto y a Babilonia entre mis fieles .
Cantar con acentos tan entusiastas la gloria de una ciudad pequeña y sin
prestigio, desconocida por las grandes potencias del mundo y frecuentemente
pisoteada por los pueblos enemigos, significa por parte del pueblo creyente, fe y
confianza en las promesas de Dios.
Para nosotros, hijos de la nueva Jerusalén, este salmo debe servirnos para
cantar la gloria de nuestra madre la Iglesia. Con adhesión firme a la palabra de
Cristo, que tanto amó a su Iglesia que “se entregó a sí mismo por ella, purificándola
con el baño del agua, para colocarla ante sí gloriosa, sin mancha ni arruga” (Ef
5,25-27). El Señor prefiere las puertas de Sión a todas las moradas de Jacob; el
amor de Cristo a su Iglesia es el fundamento de nuestra esperanza de que, al fin de
los tiempos, ella será madre de todos los hombres, aun de aquellos que ahora
aparecen como sus enemigos: Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles .
Señor Jesús, tú que lloraste sobre la Jerusalén de la tierra, que había de ser
destruida a causa de su infidelidad, y fundaste la nueva Jerusalén, madre de todos
los creyentes, haz que los cristianos nos gloriemos siempre de ser hijos de la
Iglesia, tu esposa amada, y que todos los hombres puedan ser contados un día
entre los hijos de la Jerusalén del cielo. Tú, que vives y reinas por los siglos de los
siglos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)