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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
IV Semana de Pascua
Miércoles
Salmo 66
El salmo 66, que hemos proclamado, parece que fue compuesto como acción
de gracias con motivo de la cosecha. El salmista sabe elevarse de las bendiciones
temporales otorgadas a Israel a la bendición universal sobre todas las gentes, como
fue predicho a Abraham (Gn 12,3): todos los pueblos deben alegrarse y felicitarse
por el gobierno justo de Dios sobre todo el universo. Estas alabanzas que ahora
dirige a Yahvé el pueblo escogido, deben repetirse por gentes de todas las
naciones: “que te alaben, Señor, todos los pueblos”.
Todas las gentes deben sentirse felices y exultantes, porque es el propio Dios
quien lleva las riendas del gobierno en el mundo, y, en consecuencia, sus
decisiones tienen que llevar el sello de la equidad y de la justicia. Ello debe dar
seguridad a sus fieles que se conforman a las exigencias de su Ley. Por eso se
invita a todos los pueblos a unirse en alabanza del Dios omnipotente y justo, que
gobierna el mundo conforme a sus designios salvadores.
La benevolencia divina se ha manifestado concretamente en la abundancia
de los frutos de la tierra. El salmista, agradecido por los beneficios recibidos, vuelve
a implorar la bendición divina para su pueblo. Todos los habitantes de la tierra,
desde sus más remotos confines, deben reconocer reverencialmente este poder
superior de Dios, que gobierna el mundo con equidad (v. 8).
Oh Dios, que te alaben los pueblos, porque tú los has bendecido en tu Hijo
con toda suerte de bendiciones espirituales y celestiales; que todas las naciones
conozcan tus caminos, que todos los pueblos sepan que nos ha bendecido el Señor
nuestro Dios y por ello las naciones canten de alegría, ahora y por los siglos de los
siglos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)