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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
Miércoles
Salmo 121
La Biblia de Jerusalén da a este salmo el título de Saludo a Jerusalén .
Deteniéndose ante las puertas de la ciudad santa, los peregrinos le dirigen un
saludo: Shalôm , “paz”. El amor a la santa Sión es uno de los rasgos característicos
de la piedad judía. Jerusalén, sólidamente restaurada (Ne 2,17), es el símbolo de la
unidad del pueblo elegido y figura de la unidad de la Iglesia. La ciudad santa es
signo visible de los beneficios divinos y prenda de las promesas mesiánicas. El
poeta, lleno de entusiasmo al contemplar la Jerusalén restaurada, pide para ella
toda suerte de bendiciones. En nombre de los peregrinos entona un himno de
alabanza a la ciudad santa, cuyo mayor timbre de gloria es la presencia de Yahvé
en su santuario. Ahora Jerusalén es la Iglesia, pero es Iglesia peregrina, de camino
hacia la “ciudad de Dios viviente, la Jerusalén celestial” (Hb 12,22).
El Papa san Gregorio nos explica lo que significa el Salmo en concreto para la
práctica de nuestra vida. Nos dice que debemos ser en la Iglesia de hoy una
verdadera Jerusalén, es decir, un lugar de paz, “soportándonos los unos a los otros”
tal como somos; “soportándonos mutuamente” con la gozosa certeza de que el
Señor nos “soporta” a todos. Así crece la Iglesia como una verdadera Jerusalén, un
lugar de paz.
Te damos gracias, Señor Jesucristo, por la alegría que nos has dado en tu
ciudad de Jerusalén: tu santa resurrección y la efusión de tu Espíritu; que, al
reunirnos el Domingo con nuestros hermanos y compañeros en la asamblea
eucarística, sintamos nuevamente el gozo de tu presencia de Resucitado, que nos
desea la paz, como hiciste en el primer domingo con tus discípulos, tú que fuiste
muerto y ahora vives, por los siglos de los siglos.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)