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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
VII Semana de Pascua
Jueves
Salmo 15
“Protégeme, Dios mío, pues tú eres mi refugio”. Es un salmo de confianza
absoluta en el Señor que hace justicia, a pesar de estar viviendo una situación
dramática y de que su vida corra peligro.
“El Señor es la parte que me ha tocado en herencia”. El salmo 15 desarrolla
el símbolo de la “heredad”. En efecto, se habla de “lote de mi heredad, copa,
suerte”. Estas palabras se usaban para describir el don de la tierra prometida al
pueblo de Israel. Ahora bien, sabemos que la única tribu que no había recibido un
lote de tierra era la de los levitas, porque el Señor mismo constituía su heredad. El
salmista declara precisamente: “El señor es el lote de mi heredad. (...) Me encanta
mi heredad” (Sal 15,5-6). Así pues, da la impresión de que es un sacerdote que
proclama la alegría de estar totalmente consagrado al servicio de Dios.
San Agustín comenta: “El salmista no dice: „Oh Dios, dame una heredad.
¿Qué me darás como heredad?‟, sino que dice: „Todo lo que tú puedes darme fuera
de ti, carece de valor. Sé tú mismo mi heredad. A ti es a quien amo‟. (...) Esperar a
Dios de Dios, ser colmado de Dios por Dios. Él te basta, fuera de él nada te puede
bastar” ( Sermón 334, 3: PL 38, 1469).
Quien ha encontrado en la vida cristiana con la experiencia del encuentro con
Jesús, no sufre ningún tipo de desencanto. Porque no nace su experiencia de la
huida, sino del amor de Dios, en el que encuentra su protección y su refugio. El
Señor fue y sigue siendo el refugio de nuestra vida, el lote de nuestra herencia, lote
hermoso y encantador. En Él está la suerte de nuestro porvenir y de nuestra
liberación.
Nuestra vida en el Espíritu Santo es fuente de felicidad, de gozo interior, de
serenidad. Es como caminar por el sendero de la vida, que conduce a un encuentro
más pleno y definitivo con el Padre.
Tú, Dios nuestro, eres nuestro bien, la parte de nuestra heredad y nuestra
copa. Nos ha tocado el lote hermoso de servirte en los asuntos del Señor, y nos
encanta nuestra heredad. Instrúyenos en todo momento para que permanezcamos
fieles en tu servicio y no busquemos la propia satisfacción adorando a los dioses y
señores de la tierra. Te lo pedimos, Padre, por Jesucristo nuestro Señor.
Padre Félix Castro Morales
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Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)