Sábado 15 de Octubre de 2011
Sábado 28ª semana de tiempo ordinario
Romanos 4,13.16-18
Hermanos: No fue la observancia de la Ley, sino la justificación obtenida por
la fe, la que obtuvo para Abrahán y su descendencia la promesa de heredar el
mundo. Por eso, como todo depende de la fe, todo es gracia; así, la promesa está
asegurada para toda la descendencia, no solamente para la descendencia legal,
sino también para la que nace de la fe de Abrahán, que es padre de todos nosotros.
Así, dice la Escritura: "Te hago padre de muchos pueblos."
Al encontrarse con el Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia
lo que no existe, Abrahán creyó. Apoyado en la esperanza, creyó, contra toda
esperanza, que llegaría a ser padre de muchas naciones, según lo que se le había
dicho: "Así será tu descendencia."
Salmo responsorial: 104
El Señor se acuerda de su alianza eternamente.
¡Estirpe de Abrahán, su siervo; / hijos de Jacob, su elegido! / El Señor es
nuestro Dios, / él gobierna toda la tierra. R.
Se acuerda de su alianza eternamente, / de la palabra dada, por mil
generaciones; / de la alianza sellada con Abrahán, / del juramento hecho a Isaac.
R.
Porque se acordaba de la palabra sagrada / que había dado a su siervo
Abrahán, / sacó a su pueblo con alegría, / a sus escogidos con gritos de triunfo. R.
Lucas 12,8-12
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Si uno se pone de mi parte
ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los
ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los
ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero
al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a
la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais
a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en
aquel momento lo que tenéis que decir."
COMENTARIOS
No hay disociación entre cielo y tierra. El plan de Dios es el plan del hombre,
que Él encarna: «Y os digo que si uno, quienquiera que sea, se pronuncia por mí
ante los hombres, también el Hombre se pronunciará por él ante los ángeles de
Dios» (12,8) . No dice: 'en los periódicos' o 'por la televisión'. Dios tiene otro canal:
el hombre. A quien comete una injusticia contra el hombre, se le puede perdonar,
pero quien se sirve de la fuerza del nombre de Dios para ir contra el hombre, no
tiene perdón. Ha malgastado la energía del Espíritu, y ya no tiene recambio. No se
trata de una 'blasfemia' de palabra, sino de hecho (12,10).
Cierra esta serie de avisos con una nueva advertencia: «No os preocupéis de
cómo o de qué os vais a defender o de lo que vais a decir» (12,11) . No hagáis
apologías personales o del grupo o estamento ante las autoridades civiles o
religiosas. Quien se defiende es porque tiene miedo de perder las propias
seguridades, porque se siente identificado con una determinada estructura. Es el
punto flaco por donde os pueden atrapar y reconducir al redil de las falsas
seguridades. «Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis
que decir» (Lc 12,12) . La profecía es diametralmente opuesta a la apología. La
apología se basa en medios humanos, y se puede contradecir; la profecía es
irrebatible. La única 'solución' es eliminar al profeta. Jesús es el Profeta por
excelencia: a pesar de que lo eliminaron, Él sigue presente en la comunidad que
celebra su memorial en la eucaristía y continúa moviendo hombres y mujeres y
hablando a través de ellos. Son los 'profetas' modernos. Los que en vez de
'preocuparse' por defender su posición social, se ponen sin más al servicio del
hombre y lo liberan.
Juan Alarcón, s.j..
(Extracto de Fundación ÉPSILON)