Comentario al evangelio del Jueves 13 de Octubre del 2011
¿Será, realmente, lo que Dios quiere?
La tensión es grande entre Jesús y los dirigentes religiosos. Es hora de persecución, de sufrimiento, de
martirio. Primero fueron perseguidos los profetas del Antiguo Testamento, luego vino Jesús, llevado a
la muerte, y, por fin, los seguidores de Jesús, tantos mártires en la Iglesia.
Los fariseos y maestros de la ley, ahora, quieren honrar a los mismos profetas que sus padres mataron,
pero, en el fondo, se comportan de la misma manera: persiguiendo a los profetas, a los enviados de
Dios, al mismo Jesús a quien mataron.
Dos “ayes” les dedica hoy Jesús: “¡Ay de vosotros!, que aprobáis lo que hicieron vuestros padres que
mataron a los profetas”, “¡Ay de vosotros!, que os habéis quedado con la llave del saber”.
Los dirigentes religiosos identifican la sabiduría de Dios con su humano saber. Se sienten propietarios,
no comunicadores, de la verdad de Dios. Por eso, la manipulan, la condicionan, echan a los demás
“unos fardos” que ni ellos soportan ni son voluntad de Dios. Estos dirigentes se sienten tan seguros y
cerrados sobre sí mismos que persiguen y matan a los profetas, a los enviados por Dios para señalar el
camino de Dios, la salvación de todos. No aceptan la novedad que Jesús trae al mundo, metidos como
están en sus ritos y formalismos.
Una conclusión elemental es que no siempre los caminos de los hombres se ajustan a los caminos de
Dios. Que hay que discernir mucho. Decir en seguida que algo es voluntad de Dios resulta peligroso.
Pensar que nuestro juicio moral sobre los acontecimientos sea el mismo de Dios es discutible.
Muchos cristianos son perseguidos, igual que Jesús y los profetas. La vida y la palabra de los profetas
y apóstoles, con frecuencia, chocan con los egoísmos mundanos. Entonces, hemos de reflexionar: “Lo
mismo hicieron con Jesús”. Y sus seguidores sacamos las consecuencias; necesitamos fe, fortaleza,
audacia, perdón y testimonio. Si así lo hacemos, estaremos dispuestos ante lo que hoy se repite en el
evangelio: el Señor nos pedirá cuentas.
Conrado Bueno, cmf