XXXI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo A
CÓMO IR POR LA VIDA
La Palabra: “En la cátedra de Moisés se han asentado los letrados y los fariseos;
haced y cumplid lo que os digan pero no hagáis lo que ellos hacen, porque ellos no
hacen lo que dicen” (Mt 23, 1-12).
1. Los letrados y fariseos en la sociedad judía donde se escribe el evangelio de
Mateo eran los dirigentes del pueblo. Y en el ejercicio del poder tenían cuatro lacras
lamentables. La primera, “no hacen lo que dicen”; cargan a la gente con fardo de
preceptos y prácticas insoportables, mientras ellos no mueven ni un dedo. La
segunda, “todo lo que hacen para que la gente los vea”. Tercera, “ensanchan las
franjas del manto, les gusta ocupar los primeros puestos en banquetes y en
sinagogas”. Y cuarta, “les gusta que le hagan reverencias por las calles y que la
gente los llame maestros.
2. Sin duda, este evangelio autoriza para una necesaria y continua reforma de la
autoridad y de sus manifestaciones. La palabra autoridad está emparentada con el
verbo latino augere, aumentar. Los gobernantes, en cualquier ámbito, sea civil o
religioso, tienen por misión no aumentar su poderío, sino ayudar a que crezcan
“aumenten” las personas, que deben ser sujeto y fin de todas las organizaciones
políticas y religiosas. Las apariencias, afán de poder y obsesión por asegurar
posiciones privilegiadas en quienes ocupan cargos políticos elevados, es
enfermedad grave para nuestra sociedad.
3. Este evangelio habla también a cada cristiano. Pues todos llevamos dentro ese
aguijón de “estar por encima de”, “no ser como los demás”. Las mañas del fariseo y
del letrado nos carcomen por dentro. Si no estamos atentos para vivir nuestra
verdad de criaturas débiles, abiertas siempre a nuestro Creador, podemos fracasar
por tejer nuestra existencia engañosamente.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net