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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
IX Semana del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 122
Este pequeño poema es emotivo por la sinceridad y vivacidad de los
sentimientos que le animan: sentimientos de dependencia absoluta, pero filialmente
confiada ante a Dios; sentimiento de pena por el desprecio y las injurias de los
hombres, y deseo ardiente de ser al fin liberado. El poeta se siente frente a Dios
como un esclavo sin defensa, esperándolo todo de su señor.
El salmista, como hemos escuchado, utiliza la imagen del esclavo y de la
esclava, que están pendientes de su señor a la espera de una decisión liberadora.
Como los esclavos dependen en todo de sus señores y están pendientes de sus
órdenes e insinuaciones, esperando de ellos que subvengan a sus necesidades más
elementales, así el piadoso lo espera todo de la justicia divina.
El justo espera que la mirada de Dios se revele en toda su ternura y bondad,
como se lee en la antigua bendición sacerdotal del libro de los Números : “Ilumine el
Señor su rostro sobre ti y te sea propicio; el Señor te muestre su rostro y te
conceda la paz” (Nm 6,25-26).
3. La segunda parte del Salmo, caracterizada por la invocación:
«Misericordia, Dios mío, misericordia» (Sal 122,3), muestra cuán importante es la
mirada amorosa de Dios. Está en continuidad con el final de la primera parte,
donde se reafirma la confianza «en el Señor, Dios nuestro, esperando su
misericordia» (v. 2).
Los fieles necesitan una intervención de Dios, porque se encuentran en una
situación lamentable de desprecio y burlas por parte de gente prepotente. El
salmista utiliza aquí la imagen de la saciedad: “Estamos saciados de desprecios;
nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los
orgullosos” (vv. 3-4).
Ahora demos la palabra a san Ambrosio, que pondera poéticamente la obra
que Dios realiza a favor nuestro en Jesús, nuestro Salvador: “Cristo lo es todo para
nosotros. Si quieres curar una herida, él es médico; si tienes sed, es fuente; si
estás oprimido por la iniquidad, es justicia; si necesitas ayuda, es fuerza; si temes
la muerte, es vida; si deseas el cielo, es camino; si huyes de las tinieblas, es luz; si
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buscas alimento, es comida” 1 . También nosotros elevamos nuestra mirada y
esperamos un gesto de benevolencia del Señor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)
1 La virginidad, 99: SALMO XIV, 2, Milán-Roma 1989, p. 81.