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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
IX Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 118
“Quienes aman tus leyes, de inmensa pa disfrutan”. La ley es la voluntad de
Dios que se revela para ordenar la vida religiosa del hombre, su convivencia con
Dios y con el prójimo: por eso es amable y perfecta e inagotable la ley.
El salmista está continuamente hablando a Dios en segunda persona: la ley
no es un orden objetivo impersonal sino a una realidad muy personal. La ley es
parte de la alianza, y parte de la revelación divina; es voluntad de Dios hecha
palabra para enseñar y guiar al hombre.
El salmista compara a la Ley con la lámpara o luz que le alumbra en el
camino de la vida. Por eso toma la resolución jurada de observar los mandamientos
o decretos de la justicia divina. Pues la vida humana está en continuo peligro, como
gráficamente expresa la imagen mi alma está siempre en la palma de la mano, o
sea en un hilo, en peligro, entre lazos de enemigos. Pero su confianza está puesta
en la ley de Dios, a la que aprecia como una herencia: los preceptos de Yahvé
constituyen la heredad o porción selecta que le ha caído en suerte, y en ella está su
regocijo y alegría, que le consuela en su lamento. Por eso se propone con todo
empeño cumplir cabalmente todas sus leyes .
Los cristianos no estamos en régimen de ley, sino en régimen de gracia; no
vivimos por el cumplimiento de unos mandatos, sino por la fe en Cristo. Ahora bien,
el salmo nos da un par de puntos de apoyo para realizar la trasposición cristiana:
Ante todo, el tono intensamente personal: es decir, la ley como
presencia de Dios, como convivencia con Dios; Cristo, que es la
Palabra, es la verdad y el camino, porque nos revela la voluntad de
Dios. Por Cristo personalizamos la ley.
En segundo lugar el salmo expresa una piedad personal honda, sin
formalismo ni legalismo (en la totalidad del salmo, quince veces suena
la palabra corazón); por eso puede alimentar una piedad entrañable.
Finalmente, las muchas súplicas dicen que ese amor del hombre a la ley y el
cumplimiento de la voluntad divina son también don de Dios, obra de Dios, gracia.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)