EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
XXXI Domingo del Tiempo Ordinario A
Libro de Malaquías 1,14b.2,1-2b.8-10.
¡Maldito sea el tramposo que tiene un animal macho en su rebaño, lo ofrece en
voto y después sacrifica al Señor uno mutilado! Porque yo soy un gran Rey, dice el
Señor de los ejércitos, y mi Nombre es temible entre las naciones.
¡Y ahora, para ustedes es esta advertencia, sacerdotes!
Si no escuchan y no se deciden a dar gloria a mi Nombre, dice el Señor de los
ejércitos, yo enviaré sobre ustedes la maldición y maldeciré sus bendiciones; ya las
he maldecido, porque ustedes no se deciden a hacer eso.
Pero ustedes se han desviado del camino, han hecho tropezar a muchos con su
doctrina, han pervertido la alianza con Leví, dice el Señor de los ejércitos.
Por eso yo los he hecho despreciables y viles para todo el pueblo, porque ustedes
no siguen mis caminos y hacen acepción de personas al aplicar la Ley.
¿No tenemos todos un solo Padre? ¿No nos ha creado un solo Dios? ¿Por qué nos
traicionamos unos a otros, profanando así la alianza de nuestros padres?
Salmo 131(130),1.2.3.
Canto de peregrinación. De David. Mi corazón no se ha ensoberbecido, Señor, ni
mis ojos se han vuelto altaneros. No he pretendido grandes cosas ni he tenido
aspiraciones desmedidas.
No, yo aplaco y modero mis deseos: como un niño tranquilo en brazos de su
madre, así está mi alma dentro de mí.
Espere Israel en el Señor, desde ahora y para siempre.
Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 2,7b-9.13.
Si bien, como Apóstoles de Cristo, teníamos el derecho de hacernos valer. Al
contrario, fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta
y cuida a sus hijos.
Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la
Buena Noticia de Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a
sernos.
Recuerden, hermanos, nuestro trabajo y nuestra fatiga cuando les predicamos la
Buena Noticia de Dios, trabajábamos día y noche para no serles una carga.
Nosotros, por nuestra parte, no cesamos de dar gracias a Dios, porque cuando
recibieron la Palabra que les predicamos, ustedes la aceptaron no como palabra
humana, sino como lo que es realmente, como Palabra de Dios, que actúa en
ustedes, los que creen.
Evangelio según San Mateo 23,1-12.
"Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés;
ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por sus
obras, porque no hacen lo que dicen.
Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que
ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo.
Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus
mantos;
les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en
las sinagogas,
ser saludados en las plazas y oírse llamar 'mi maestro' por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar 'maestro', porque no tienen más que un
Maestro y todos ustedes son hermanos.
A nadie en el mundo llamen 'padre', porque no tienen sino uno, el Padre celestial.
No se dejen llamar tampoco 'doctores', porque sólo tienen un Doctor, que es el
Mesías.
Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros,
porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado".
Leer el comentario del Evangelio por
San Pascasio Radbert (hacia 849) monje benedictino
Comentario al evangelio de Mateo, 10,23
«Si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros
debéis hacer lo mismo unos con otros.» (Jn 13,14)
«Quien se humilla será ensalzado» (Lc 14,11) Cristo no sólo encargó a los
discípulos no dejarse llamar maestros y no querer ocupar los primeros puestos en
los banquetes ni aspirar a otros honores, sino que él mismo dio en su persona el
ejemplo y es modelo de toda humildad. Aunque el nombre de Maestro no le
corresponde por complacencia sino por derecho de naturaleza, porque «todo
subsiste en él y para él» (Col 1,17) por su encarnación nos ha comunicado una
enseñanza que nos conduce a todos a la verdadera vida y, porque él es mayor que
nosotros, nos ha «reconciliado con Dios» (Rm 5,10). Tal como nos dijo: «No
aspiréis a honores, no dejéis que os llamen maestros» también dijo «yo no vivo
preocupado por mi honor. Hay uno que se preocupa de eso» (Jn 8,50). Fijad
vuestra mirada en mí, «el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir
y dar su vida en rescate por todos.» (Mt 20,28)
Ciertamente, en este pasaje del evangelio, el Señor instruye no sólo a los
discípulos sino también a los jefes de la Iglesia, encargándoles que no se dejen
arrastrar por la avidez de los honores. Al contrario, que «el que quiera ser grande
entre vosotros», sea el primero en hacerse siervo de todos, como él. (cf Mt 20, 26-
27)
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”