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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XI Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 50
Hemos escuchado tres de las primeras estrofas del Miserere , una de las
oraciones más célebres del Salterio, el más intenso y repetido salmo penitencial, el
canto del pecado y del perdón, la más profunda meditación sobre la culpa y la
gracia.
El hombre, ante Dios, tiene que reconocer su propio pecado e invocar la
misericordia; entonces Dios le da su amor y su gracia, lo hace justo, que es lo
mismo que decir: Dios lo salva cuando el hombre le grita de todo corazón a Dios:
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito, limpia mi pecado”.
Podemos rezar hoy el salmo 50 asumiendo, como Iglesia, los pecados de la
comunidad cristiana de todos los tiempos e incluso los de la humanidad entera.
Recordemos que somos en el mundo el cuerpo de Cristo y que también el Señor
quiso hacerse él mismo pecado, para destruir en su cuerpo el pecado del hombre.
En comunión con la iglesia pecadora y con toda la humanidad, imploremos, en este
viernes de la muerte del Señor, el perdón de nuestros propios pecados y asumamos
en nuestra oración, como lo hizo el Señor en su pasión, los pecados de todo el
mundo, suplicando el perdón de Dios.
Por tu inmensa compasión, borra, Señor, nuestras culpas y limpia nuestros
pecados; que tu inmensa misericordia nos levante, pues nuestro pecado nos
aplasta; no desprecies, Señor, nuestro corazón quebrantado y humillado, haz más
bien brillar sobre nosotros el poder de tu Trinidad: que nos levante Dios Padre, que
nos renueve Dios Hijo, que nos guarde Dios Espíritu Santo. Por Jesucristo nuestro
Señor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)