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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XI Semana del Tiempo Ordinario
Jueves
Salmo 96
El Salmo 96, que hemos escuchado, comienza con una solemne
proclamación: “El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables” y
se puede definir una celebración del Rey divino, Señor del cosmos y de la historia.
Así pues, podríamos decir que nos encontramos en presencia de un salmo
“pascual”.
Sabemos la importancia que tenía en la predicación de Jesús el anuncio del
reino de Dios. No sólo es el reconocimiento de la dependencia del ser creado con
respecto al Creador; también es la convicción de que dentro de la historia se
insertan un proyecto, un designio, una trama de armonías y de bienes queridos por
Dios. Todo ello se realizó plenamente en la Pascua de la muerte y la resurrección de
Jesús.
El reino de Dios es fuente de paz y de serenidad, y destruye el imperio de las
tinieblas. Una comunidad judía contemporánea de Jesús cantaba: “La impiedad
retrocede ante la justicia, como las tinieblas retroceden ante la luz; la impiedad se
disipará para siempre, y la justicia, como el sol, se manifestará principio de orden
del mundo” ( Libro de los misterios de Qumrân: 1 Q 27, I, 5-7).
Además de encontrar, en el salmo 96, el rostro del Señor rey, también
vemos el rostro del fiel. Está descrito con siete rasgos, signo de perfección y
plenitud. Los que esperan la venida del gran Rey divino aborrecen el mal, aman al
Señor, son los fieles (cf. v. 10), caminan por la senda de la justicia, son rectos de
corazón (cf. v. 11), se alegran ante las obras de Dios y dan gracias al santo nombre
del Señor (cf. v. 12). Pidamos al Señor que estos rasgos espirituales brillen también
en nuestro rostro.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)