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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
Viernes
Salmo 118
Dichoso el que, con vida intachable, camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón.
¡Qué hermoso es estrenar el día, salir a la calle y respirar el aire limpio! ¡Qué
bueno comenzar la mañana con sentimientos positivos! Sí, ya sabemos que abunda
el aire contaminado y que los sentimientos que nos poseen no son siempre limpios,
pero es tan bello respirar el bien, poner los ojos en Jesús, comenzar la mañana
envueltos en la dicha. Así empieza el salmo: ¡Dichosos! Es una forma de esponjar el
alma. Así saludó el ángel a María. Así saluda Jesús a los pobres, a los que lloran, a
los limpios de corazón y convirtiendo lo que dan ganas de esconder a la mirada en
bienaventuranza.
Deja que te envuelva la dicha de Dios. Que su saludo te esponje el alma.
Recuerda que lo que te pide Dios es siempre para tu bien y para el bien de la
humanidad. Contempla tu vida como una oportunidad para responder al amor de
Dios en libertad.
Cuando los problemas de cada día nos desgasten los nervios y acaben con la
paciencia y la poca esperanza que nos queda, pongamos los ojos en Dios, y
digamos con Teresa de Jesús: Nada te turbe nada te espante, todo se pasa, Dios no
se muda; la paciencia todo lo alcanza quien a Dios tiene nada le falta. Sólo Dios
basta.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)