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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XV Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 49
“Dios salva al que cumple su voluntad”. Los hijos de Dios estamos llamados a
vivir con Dios, y entramos en comunión de vida y amor con él en la medida en que
nos ajustamos a su santa voluntad. En realidad, un buen hijo de Dios, es aquel que
cumple la voluntad de su Padre, es decir, cumple con sus mandamientos y
obviamente cree en Él. No olvidemos que cuando se habla del Padre, también se
habla del Hijo y del Espíritu Santo. Para ser hecho hijos de Dios hay que aceptar a
Jesús como Salvador y Señor y cumplir con sus mandamientos, eso es recibirlo.
Cuando se cumple la voluntad de Dios, ello equivale a armonizar con El y a
estar llenos de esperanza divina y promesa eterna. Nuestra meta es salvar nuestra
alma y tender a la perfección de la vida espiritual, es decir, purificarnos de veras,
progresar en todas las virtudes, llegar a la unión de amor con Dios, y por este
medio transformarnos cada vez más en El en este mundo, y en plenamente en la
eternidad.
“Si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos”. No basta pues,
decir: ¡Señor, Señor!, para ser admitido en el reino de los cielos; es necesario
hacer la voluntad de nuestro Padre que está en los cielos. “El que mantiene unida
su voluntad a la de Dios, vive y se salva: el que de ella se aparta muere y se
pierde”. “Si quieres ser perfecto, ve, vende cuanto tienes, ven y sígueme”. Es decir,
cumple la voluntad de Dios cada día más y mejor.
Jesús precisamente para esto bajó del cielo, para cumplir esa voluntad.
Desde su entrada en el mundo declara al Padre que ha puesto su voluntad en
medio de su corazón para amarla, y en sus manos para ejecutarla fielmente. Esta
amorosa obediencia será su alimento, resumirá su vida oculta, inspirará su vida
pública hasta el punto de poder decir: “Yo hago siempre lo que agrada a mi Padre”.
Uniformar nuestra voluntad con la de Dios, -dice San Alfonso-, ése debe ser
el fin de nuestras obras, de todos nuestros deseos, de todas nuestras meditaciones,
de nuestros ruegos”. Esta es nuestra dicha presente y futura…
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)