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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XVIII Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Deuteronomio 32
Yo doy la muerte y la vida. Dios el dueño de la vida y de la muerte, de la
misericordia y de la justicia. Sin embargo, no olvidemos que hemos nacido para la
vida, no para la muerte; que Dios no hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción
de los vivientes; que Dios nos ha dado el don de la inmortalidad. Estamos llamados
a vivir para siempre, y que Dios creó al hombre incorruptible, le hizo imagen de su
misma naturaleza.
La muerte es la consecuencia del pecado que comete el hombre tentado por
el diablo como afirma la Escritura: Por envidia del diablo entró la muerte en el
mundo y la experimentan los que le pertenecen.
Será Cristo el que vence al diablo con su pasión y muerte y recupera el don
de la vida eterna para los redimidos. Por eso, necesitamos abrir las puertas a Cristo
para recibir el perdón del pecado y recuperar el don de la vida verdadera.
Madre de Dios, Tú fuiste privilegiadamente preservada del pecado y de la
corrupción de la muerte. Eres portadora de la Vida. Alcánzanos la gracia que
necesitamos para dejar toda situación de pecado, ser libres de la muerte eterna y
alcanzar la vida para siempre, la salvación.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)