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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XX Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 84
El Señor habitará en la tierra. Lo que el salmista ve en el futuro, nosotros lo
vivimos en cada eucaristía: Cristo está en medio de nosotros; ya no decimos el
Señor habitará, sino el señor habita en su Iglesia, en cada sacramento, en cada
creyente.
Con la venida del Cristo, el Señor ha sido bueno con la tierra, y “le otorga
esa bendición que consiste en la Encarnación de su Hijo.
Por esto nosotros podemos y debemos cantar: “¡Oh tierra bendita, que fuiste
para Cristo otro cielo! Los Ángeles descendieron hasta ti para honrar al Hijo del
Altísimo. Ellos coronan esta morada porque el Hijo del Rey descendió hasta ti.
Cristo que habita en nuestra tierra, en nuestro corazón, ofrece la paz, su paz
divina, a su pueblo -la Iglesia- y a sus amigos (Jn 14: 27; 16: 36). El Señor nos
hace partícipes de aquella gloria divina que portaba misteriosamente consigo y que
los Apóstoles habían visto con los ojos de la fe, para que podamos vivir siempre en
estrecha unión con Él: “Padre, yo les he dado la gloria que tú me diste, para que
sean uno como nosotros somos uno: yo en ellos y tú en mí...” (Jn 17: 22).
En María habitó la gloria de Dios; en Ella se encontraron verdaderamente la
misericordia de la Divinidad y la verdad de la Carne de nuestro Dios; en Ella,
ciertamente, se besaron la justicia y la paz. La fidelidad brotó de la tierra: esa
tierra, que era su seno virginal, recibió la bendición de Dios y produjo el fruto más
bello y gustoso que haya madurado jamás sobre la superficie de la tierra:
Jesucristo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)