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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXI Semana del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 127
Dichoso el que teme al Señor. En los salmos, temer al Señor, es “guardar su
alianza y acordarse de cumplir su voluntad” (Salmo 103,18). “Los que temen al
Señor” forman “la gran asamblea” de los fieles reunidos en el Templo para orar y
adorar (Salmo 22,26).
“Enseñar el temor de Dios” no se trata en absoluto de miedo, sino de las
oraciones y los mandamientos, es iniciar a una vida de confianza en Dios. “Los que
temen al Señor tengan confianza en él” (Eclesiástico 2,8).
Por tanto, teniendo en cuenta del uso que la Biblia hace de la palabra temer,
podemos traducirlo por adorarle o amarle, y traducir el temor de Dios por la
fidelidad.
Por otra parte, el apóstol san Pablo escribe: “Esfuércense con santo temor en
su salvación. Que es Dios quien, más allá de su buena disposición, realiza en
ustedes el querer y el actuar”. (Fil 2,12-13) Puesto que Pablo afirma que la
salvación viene por la fe, “esforzarse con santo temor en nuestra salvación” debe
expresar aquí un aspecto de la fe. La fe no es una certeza tomada a la ligera, sino
una confianza temerosa: confianza, vida, asombrada, vigilante. Nuestra salvación
es un milagro que Dios “opera en nosotros”, es por lo que pide toda nuestra
atención. “Esforzarse con santo temor” es tomar conciencia de que cada instante es
un encuentro con Dios, pues en todo momento Dios está actuando en nosotros.
“Los que temen al Señor, alábenlo, glorifíquenlo, estirpe de Jacob, témanlo,
estirpe de Israel” (Salmo 22,24). El miedo es aquí alabanza asombrosa, silencio y
amor. Por eso, es dichoso el que teme al Señor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)