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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXI Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 148
Que alaben al Señor todos sus fieles . Para muchas personas la oración de
alabanza es casi desconocida. En su oración normal abundan los “TE PIDO...” y no
aparecen los “TE ALABO...”. Cuando acudimos a Dios sólo para pedirle cosas
manifestamos menos amor y más interés: buscamos ante todo que nos solucione
nuestros problemas; por eso hoy la respuesta al salmo nos invita alabar al Señor.
Con la oración de alabanza la persona alaba a Dios desde el corazón, no
desde un interés: se olvida de sí misma para centrar su atención en la bondad y la
grandeza de Dios; porque su objetivo en la oración no es obtener favores de Dios,
sino expresarle su agradecimiento, su admiración. Dice Pablo: “Den gracias a Dios
EN TODO, porque ésta es LA VOLUNTAD DE DIOS para ustedes en Cristo Jesús” (1
Ts 5, 18). Es una orden del Señor. Algo que le agrada. Algo que debe brotar
espontáneamente del corazón agradecido.
La alabanza es un bien inmenso para el corazón humano, que en cierto modo
ha sido creado finalmente para eso: para alabar a su Creador y a la creación de ese
Creador.
San Juan de la Cruz, al ver los verdes prados, decía que era Dios que había
pasado por allí y había dejado pintada de verde la naturaleza. Cuando Dios está no
sólo en la mente, sino sobre todo en el corazón, no queda otro camino que tener la
boca “llena de alabanzas a Dios en todo momento”.
El que no alaba a Dios deja endurecer el alma. Es importante aprender a
alabar, como un anticipo de nuestro oficio en el cielo. Nuestro último suspiro en
este mundo ha de ser un anticipo de la inmensa alabanza del cielo. Que alaben al
Señor todos sus fieles en la tierra y en el cielo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)