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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXII Samana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 36
La salvación del justo es el Señor. Por su muerte en la cruz, Jesús realizó una
obra redentora perfecta. Antes de entregar su espíritu clamó de voz en cuello,
“¡Consumado es!” Completó una salvación que nos libera de la condenación, la
muerte, el pecado y la alienación. Ahora nos toca solamente recibir por la fe ese
hermoso regalo.
Cuando un pecador reconoce su necesidad imperante, cuando percibe lo que
Cristo hizo al morir por él en la cruz y cuando responde depositando su fe total y
exclusivamente en Jesús, el Espíritu Santo realiza en su vida la hermosa obra de
salvación. Su condición espiritual se revierte a lo que Dios diseñó originalmente.
Es ahora redimido, justificado, reconciliado, santificado y vivificado. ¡Cuán hermosa
es la obra salvadora anunciada en el evangelio y realizada por el poder de Dios!
Los que hemos sido beneficiados con la salvación debemos responder de la
manera adecuada. Nos toca regocijarnos en nuestra salvación, alabar a Dios por
ella y proclamar a otros que hay abundante redención en Cristo para la persona que
cree en él. Si estas palabras llegan a una persona que todavía no ha hecho suya la
salvación que Dios ofrece, lo único que tiene que hacer es depositar su confianza
totalmente en Cristo. “El evangelio...es poder de Dios para salvación a todo aquel
que cree” (Rom 1:16).
Uno de los problemas graves de nuestro mundo contemporáneo es que se ha
perdido el sentido del pecado y muchos ya no se sienten indigentes ante Dios ni
sienten la necesidad de la salvación. Es una actitud farisaica difusa que no deja
espacio al poder salvífico de Cristo, pues él “ha venido a llamar a los pecadores”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)