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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXIII Samana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 12
Me llenaré de alegría en el Señor. Los cristianos deben aprender a tener los
ojos abiertos y la disposición del corazón para el Señor, y convertirnos en
verdaderos testigos de la alegría, que da el vivir en el Señor; de manera que el
Señor irrumpa en nuestras vidas para entregarle sus dones y descubrir que “la
alegría en el Señor es nuestra fortaleza”.
Anunciar y testimoniar la alegría, que viene de la vida en Dios, debería de ser
el distintivo y el núcleo central de nuestra vida y misión de bautizados. La presencia
de Cristo en nuestra vida, la alegría del corazón, será un medio para llevar a todos
el Evangelio, para que todos experimenten la alegría de Cristo y exista alegría en
nuestra familia, en toda nuestra ciudad. ¿Qué puede ser más bello que esto? ¿Qué
más grade o entusiasmante que cooperar en la difusión en el mundo de la Palabra
de la vida, que comunicar el agua viva del Espíritu Santo, que contagiar de la
alegría que viene de Dios?
Así, pues, para ser colaboradores de la alegría de nuestros hermanos, en un
mundo con frecuencia triste y negativo, es necesario que el fuego del Evangelio
arda dentro de nosotros, que habite en nuestros corazones la alegría del Señor.
Solo entonces podremos ser mensajeros y multiplicadores de esta alegría
llevándosela a todos, especialmente a cuantos están tristes y desesperanzados.
Hoy, podemos decir a nuestra alma: llénate de alegría en el Señor. L a Madre
Teresa de Calcuta dice que todo cristiano debe difundir, allí a donde vive, la alegría
y la esperanza que surgen del Evangelio; en efecto, donde Cristo es predicado con
la fuerza del Espíritu Santo y es acogido con ánimo abierto, la sociedad, llena de
tanto problemas, se convierte en la “ciudad de la alegría”.
Que otra cosa podemos decirnos a nosotros mismos, sino “ Me llenaré de
alegría en el Señor”.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)