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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXIII Samana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 149
“El Señor ama a su pueblo y adorna con la victoria a los humildes”. Dios es,
ante todo, el creador de su Pueblo. Lo creó en el comienzo de su existencia y lo
crea nuevamente después de mil peligros amenazantes y destructores. Esta
conducta divina sólo es comprensible cuando se confiesa: “Dios ama a su Pueblo”.
El Señor ama a su pueblo como un padre, el Señor nos ama a todos, aunque,
nos cuesta entenderlo y aceptarlo, cuando las circunstancias por las que nos deja
pasar, son dolorosas, y a veces, muy dolorosas. Por eso la entrega en sus manos es
un perfume agradable a sus ojos, pues demuestra nuestra confianza en su amor de
padre.
El fruto de esta respuesta al salmo debe ser dejarnos invadir hasta la
saturación de la idea de cuánto nos ama Dios, y de que todo lo que hace con
nosotros es obra de amor. Es así como saldremos del destierro de nosotros mismos
y de los ídolos en su busca y nos adheriremos, como la yedra, al Señor que nos
ama. Su fidelidad por todas las edades. Su misericordia por siempre.
Dios nos ama tal como somos, y desea que seamos tal como él nos ha
pensado. Amor gratuito y eterno. “Con amor eterno te he amado” (Jr 31,3). “No
temas oruga de Israel, gusanito de Jacob” (Is 41,14). Dios nos ama siempre,
aunque nosotros lo olvidemos con mucha frecuencia. El Señor, que tiene alegría
porque nos libera del destierro, que simboliza la separación de Dios, y de la
esclavitud del pecado, quiere que todos los pueblos proclamen la alegría de la
libertad de Jacob.
Lo esencial de los seguidores de Jesús, es ser sus amigos: significa ser un
hombre o mujer de oración, que vive y tiene la experiencia de vivir en Jesús y para
Él.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)