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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXIV Semana del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 32
Dichoso el pueblo escogido por Dios. El primer libro de la Biblia, Génesis, dice
que Dios eligió a Abraham para hacer de él una gran nación. Los descendientes de
Abraham, los judíos, eran el pueblo escogido, especial y santo de Dios, porque Él
había depositado en ellos, aunque no lo merecían, su amor. Como resultado de ese
amor continuo, iban a ser prosperados, protegidos de las enfermedades y serían
distinguidos entre todas las demás naciones (7:12-15).
¡Dichoso el pueblo escogido por tal Señor! ¡Dichosa la Iglesia!, que Ahora es
el nuevo pueblo de Dios, el pueblo amado por Dios. La Iglesia es el verdadero Israel
(Rom 2,28-29; Col 2,11-12; Fil 3,2-3). Se entra en el Pueblo de Dios por la fe y el
Bautismo. “Todos los hombres están invitados al Pueblo de Dios” (LG 13), a fin de
que, en Cristo, “los hombres constituyan una sola familia y un único Pueblo de
Dios” (AG 1).
El nuevo pueblo de Dios es un pueblo sacerdotal, Profético y Real. El Nuevo
Testamento nos indica en algunos textos la dignidad de sus miembros y lo que
significa estar consagrados, escogidos por Dios.
San Pedro, en su primera carta, nos explica que, por el bautismo, somos
sacerdotes, es decir, templo espiritual que celebra y ofrece el culto espiritual; cada
miembro es piedra viviente de un edificio que se apoya en la piedra angular que es
Cristo para ofrecer con Él, el sacrificio espiritual (I Pe. 2, 1-10). Somos también un
pueblo profético destinado a anunciar a los otros el Evangelio de salvación (1Pe.2,
12).
San Pablo nos habla también de este sacerdocio de los fieles: “Así que les
ruego, hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcan sus cuerpos como
sacrificio vivo, santo, agradable a Dios: este es el culto que deben ofrecer” (Rom.
12, 1).
San Juan nos llama “un reino de sacerdotes” (Ap. 1, 6). El sacrificio de Cristo
hizo a los cristianos reyes: “Porque has sido degollado has rescatado para Dios con
tu sangre a los hombres de todas las tribus, lengua, pueblo y nación. Tú has hecho
para nuestro Dios un Reino de Sacerdotes reinando sobre la tierra” (Ap.5, 9-10).
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Por el Espíritu y su acción en los sacramentos, sobre todo en la Eucaristía,
Cristo muerto y resucitado constituye la comunidad de los creyentes como Cuerpo
suyo. Dichoso el pueblo escogido por Dios.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)