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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXV Semana del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 118
Condúceme, Señor, por tu camino. Jesús dijo: “Yo soy el camino...”
(Jn.14:6). Él es el camino por el cual llegamos a Dios, y el método por el cual
alcanzamos a Dios. Teniéndolo a él, tenemos el camino; poseyéndolo a él,
poseemos el método. Todo cristiano verdadero debe aprender la lección de que el
Señor Jesús es el camino.
Cristo se nos ofrece como ese Camino, el único y definitivo Camino capaz de
llevar al hombre a la plenitud que anhela y busca desasosegadamente.
Encontrar a Cristo y entrar en su Camino es encontrar el sentido primero y
último de la existencia. La razón de ser de todo. Y el modo de caminar en un
ascenso interrumpido hasta la eternidad infinita.
Jesús es el Camino que nos lleva al Padre. La Verdad que nos ayuda a
entender el Misterio de todo lo creado y la Vida que todos buscamos, la Vida en
plenitud.
En los encuentros que Jesús tuvo con los hombres y mujeres de su tiempo,
comenzando por su madre, siempre hacía la invitación a seguirle. En ese
seguimiento, el hombre, convertido en amigo de Dios por la alianza en Jesucristo,
entabla un diálogo hecho de confianza y de intimidad, de desafío y de exigencia.
Este diálogo continuará hasta el final de los tiempos. La vida cristiana es la
respuesta de amor y de fe dada en el seguimiento de Jesús.
La perfecta respuesta de esta fe y este amor la tenemos en María, Ella
continúa la obra maravillosa de acercar el creyente a Cristo; Ella cuida de que todo
cristiano tenga vida abundante y llegue a la madurez de la plenitud de Cristo.
Condúceme, Señor, por tu camino.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)