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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXV Semana del Tiempo Ordinario
Jueves
Salmo 89
El salmo 89 nos ofrece la oportunidad de meditar sobre la brevedad de
nuestra vida y sobre el sentido de nuestra existencia, confrontándola con la
eternidad de Dios. La finitud de lo que somos y hacemos, la certeza de morir nos
entristece. Nuestras enfermedades y nuestros achaques anuncian que somos seres
para la muerte: nuestros fracasos, las imperfecciones de nuestras obras
preanuncian que todo en nosotros acaba.
Jesús mismo entró, expatriándose del Padre, en nuestro destierro, en
nuestra condición limitada y trivial; llegó hasta pasar el mal trago de la muerte,
pero Dios Padre, que fue siempre su refugio, se volvió a Él y le sació por la mañana
de su misericordia, resucitándolo de la muerte y llenando todo su futuro de alegría
y júbilo.
Seguimos los pasos de Jesús, cuando aceptamos esta vaciedad del tiempo,
como expresión de nuestra lejanía de Dios y consecuencia lógica del pecado del
mundo; mas también, cuando invocamos al Padre para que se vuelva hacia
nosotros y actúe para transformar la condición de nuestro mundo.
Estamos seguros de que podemos contemplar la plenitud de Dios en el
tiempo, cuando le hacemos protagonista de nuestra historia. Ante la eternidad de
Dios, el sentido de nuestra vida se trueca en alegría imperecedera.
Dios eterno, ante quien mil años son un ayer que pasó, rescata nuestro tiempo de
su inutilidad y vaciedad; cólmalo de tu plenitud enviándonos el Espíritu de tu Hijo
para que toda nuestra vida sea alegría y júbilo.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)