1
Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXVI Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 87
Señor, presta oído a mi clamor. Dios nuestro Padre escucha el clamor de sus
hijos. Este clamor silencioso de la fila interminable, que acude a Él día a día.
Nuestro Padre del Cielo escucha el rumor de nuestros pasos, la oración que vamos
musitando en nuestro corazón, a medida que nos acercamos.
Nuestro Padre escucha los sentimientos que nos conmueven, al recordar a
nuestros seres queridos, al ver la fe de los otros y sus necesidades, al acordarnos
de cosas lindas y cosas tristes que nos han pasado… Dios presta oído a nuestro
clamor.
Él no es como los poderosos, que escuchan lo que les conviene. Él escucha
todo. También las quejas y los enojos de sus hijos. Y no sólo escucha sino que ama
escuchar. Ama estar atento, oír bien, oír todo lo que nos pasa.
Por eso nos dice Jesús: “El Padre sabe bien lo que necesitamos”, y no hace
falta hablarle mucho. Basta con el contenido del Padrenuestro. Porque Él escucha
hasta nuestros pensamientos más íntimos. El Evangelio dice que ni un pajarito cae
en tierra sin el Padre.
Al respecto la Sagrada Escritura dice: “Yo soy el Dios de tus padres… y tengo
bien vista la opresión de mi pueblo que está en Egipto. He escuchado sus gritos de
dolor, provocados por sus capataces. Sí, Yo conozco muy bien sus sufrimientos” (Ex
3, 6-7). Nuestro Padre escucha todos nuestros gritos de dolor, pero escucha de
manera especial los gritos de dolor provocados por la injusticia: provocados, dice,
por los capataces de los Faraones de este mundo. Hay dolores y dolores. Los del
salario retenido, los de la falta de trabajo, son de los dolores que claman al cielo.
Ya lo dice el apóstol Santiago: “Miren; el salario que no han pagado a los obreros
que segaron sus campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a
los oídos del Señor de los ejércitos” (Sant 5, 4). Los dolores que van con injusticia
claman al cielo, porque son dolores que se pueden evitar, simplemente siendo
justos, privilegiando al más necesitado, creando trabajo, no robando, no mintiendo,
no cobrando de más, no ventajeando...
Por consiguiente, llenos de confianza acudamos siempre a nuestro Dios como
hemos respondido al salmo: Señor, presta oído a mi clamor.
Padre Félix Castro Morales
2
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)