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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 110
Alabemos al Señor de todo corazón . Usamos la alabanza para dar gloria y
honra a Dios, que es merecedor de toda nuestra alabanza... La alabanza es una
sublime forma de oración. Va más allá de la petición. Quien alaba a Dios expresa su
reconocimiento y gratitud por la perfección divina; la alabanza propicia una actitud
de confianza y entrega a Dios. Quien alaba permite que el Espíritu Santo habite en
su persona y opere la comunión de amor con Dios. Quien ama a Dios no puede
dejar de alabarle y quien le alaba crecerá en amor.
Muchas personas dicen: “¡Si Dios me concede las peticiones de mi corazón,
le alabaría siempre!”, pero el orden divino es todo lo contrario a eso. Le alabamos y
nos deleitamos en Él primero; Él nos concede las peticiones de nuestro corazón.
Dios coloca deseos santos en el corazón que le alaba, y es por eso que tenemos
deseos correctos. Las prioridades de quienes le “alaban” están en orden, y
entonces, Dios se deleita en conceder tales peticiones, porque el conoce lo que
necesitamos.
San Agustín dice que cantemos con la voz y con el corazón, con la boca y con
nuestra conducta: ¿Se preguntan qué alabanzas hay que cantar de aquel a quien
amamos? …Resuene su alabanza en la asamblea de los fieles. Su alabanza son los
mismos que cantan. ¿Quieren alabar a Dios? Vivan de acuerdo con lo que
pronuncian sus labios. Ustedes mismos serán la mejor alabanza que podáis
tributarle, si es buena su conducta. Alabemos al Señor de todo corazón
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)