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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 138
Condúceme, Señor, por tu camino. El camino es una imagen frecuentísima
para expresar la relación del hombre con Dios. El Antiguo Testamento describe los
designios de Dios como caminos: “Los caminos de Dios no son nuestros caminos”, y
el conocimiento y la obediencia del hombre a Dios como seguir sus huellas, sus
caminos o sus sendas. El cumplimiento de los preceptos divinos lleva a la vida y a
la paz, mientras que los caminos del vicio conducen a la ruina y a la muerte.
María sale a nuestro encuentro para indicarnos los caminos, que conducen a
Dios, el camino de la renovación de la vida de nuestras familias, de nuestra
parroquia y de cada uno de nosotros. Al acoger a su Hijo, que Ella nos muestra, nos
sumergimos en una fuente viva en la que la fe puede encontrar un renovado vigor,
en la que la Iglesia puede fortalecerse para proclamar cada vez con más audacia el
misterio de Cristo. Jesús, nacido de María, es el Hijo de Dios, el único camino, el
único Salvador de todos los hombres, que está vivo y operante en su Iglesia y en el
mundo.
Jesús, tú solo bastas, tú solo salvas, tú solo eres bueno y suave para los que
te buscan y aman tu nombre. Tú eres redentor de los redimidos, esperanza de los
desterrados, fortaleza de los que trabajan, dulce consuelo de las almas, cetro y
corona de los triunfadores, único premio y alegría. Señor, mira si mi camino se
desvía y guíame por el camino eterno .
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)