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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Viernes
Salmo 110
Alabemos a Dios de todo corazón . La respuesta que hemos dado al salmo nos
evoca esta exhortación de san pablo: “Anímense unos a otros con salmos, himnos y
canciones espirituales. Canten y alaben al Seor con el corazn…”.
Alabar a Dios es darle toda la gloria a Él por lo que ha hecho en nuestra vida.
Alabar es tener un corazón lleno de gratitud. Nunca debemos olvidar alabar a Dios
por todo…aún las cosas pequeas…como poder respirar, tener salud, o nuestras
familias. A Dios no le importa cómo le alabemos o por cuánto tiempo lo hagamos, a
Él le interesa más que lo alabemos con todo nuestro corazón y todo lo que somos.
Dios se manifiesta en la alabanza y podemos, en este momento,
amorosamente glorificarlo con el salmista: Quiero alabar a Dios, de corazón, en las
reuniones de los justos. Grandiosas son las obras del Señor y para todo fiel, dignas
de estudio.
Yo te alabo Dios del cielo y de la tierra por tu gran amor, por tu grandeza,
me diste vida en la cruz del calvario, y tu sangre derramada hoy me limpia. Hoy te
adoro Padre celestial y te amo no por lo que me das te amo por lo que eres, el
Creador, mi hacedor... esperanza mía, Dios mío, ¡Bendito eres!
Esta es la oración de alabanza: la que es fruto del Espíritu Santo. Cuando
dejamos que el Espíritu sea quien impulse nuestra oración, cuando dejamos que
sea El quien ore en nosotros “con gemidos inenarrables” (Rom.8, 26). Sólo
entonces nuestra voz se identificará con la de Cristo y seremos “alabanza de su
gloria”. Hoy y siempre Alabemos a Dios de todo corazón .
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)