Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXVII Semana del Tiempo Ordinario
Sábado
Salmo 104
El Señor nunca olvida sus promesas. San Pablo dice que las promesas de Dios no
pueden ser sí y no al mismo tiempo. Todas las promesas divinas son en Cristo sí y amén para
todos aquellos que confíen definitivamente en la Palabra de Dios.
Cristo estampó su divino sí y su amén a todas las promesas de Dios que se encuentran
registradas en las Escrituras. De nuestra parte está el que creamos y confiemos en El, y
pongamos nuestro propio amén a dichas promesas. En efecto, Dios es siempre fiel en el
cumplimiento de sus promesas.
El Señor nunca olvida sus promesas . Fiel es Dios, que se ha constituido en deudor
nuestro, no porque haya recibido nada de nosotros; sino por lo mucho que nos ha prometido.
La promesa le pareció poco, incluso; por eso, quiso obligarse mediante escritura,
haciéndonos, por decirlo así, un documento de sus promesas para que, cuando empezara a
cumplir lo que prometió, viésemos en el escrito el orden sucesivo de su cumplimiento. El
tiempo profético era, como he dicho muchas veces, el del anuncio de las promesas.
Prometió la salud eterna, la vida bienaventurada en la compañía eterna de los ángeles,
la herencia inmarcesible, la gloria eterna, la dulzura de su rostro, la casa de su santidad en
los cielos y la liberación del miedo a la muerte, gracias a la resurrección de los muertos. Esta
última es como su promesa final, a la cual se enderezan todos nuestros esfuerzos y que, una
vez alcanzada, hará que no deseemos ni busquemos ya cosa alguna.
Prometió a los hombres la divinidad, a los mortales la inmortalidad, a los pecadores la
justificación, a los miserables la glorificación.
2
Todas las promesas del Señor Jesús,
Son apoyo poderoso de mi fe;
Mientras viva aquí cercado de su luz,
Siempre en sus promesas confiaré.
Todas las promesas para el hombre fiel,
El Señor en sus bondades cumplirá,
Y confiado sé que para siempre en él,
Paz eterna mi alma gozará.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)