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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXVIII Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 112
Bendito sea el Señor ahora y para siempre. La respuesta que hemos dado al
salmo nos evoca el himno de san pablo en 1Cor.29, 10-13: “Bendito eres, Señor,
Dios de nuestro padre Israel, por los siglos de los siglos. Tuyos son, Señor, la
grandeza y el poder, la gloria, el esplendor, la majestad, porque tuyo es cuanto hay
en cielo y tierra, tú eres rey y soberano de todo. De ti viene la riqueza y la gloria,
tú eres Señor del universo, en tu mano está el poder y la fuerza, tú engrandeces y
confortas a todos. Por eso, Dios nuestro, nosotros te damos gracias, alabando tu
nombre glorioso”. Bendito sea el Señor ahora y para siempre.
El Señor permanece bendito para siempre, antes del tiempo y en el tiempo, y
por los siglos de los siglos. El servicio principal que nos constituye en comunidad de
servidores es la alabanza del nombre de Dios. “Alaben, siervos del Señor; alaben el
nombre del Señor”. Bendito sea el Señor ahora y para siempre. Bendecir a Dios, ha
de ser nuestra ocupación hoy y siempre: “desde la salida del sol hasta su ocaso”.
Como Jesús, queramos hacer de nuestra vida una constante proclamación y
manifestación de la gloria de Dios.
Bendecimos y alabamos a Dios ahora y siempre porque nos sentimos
sobrecogidos por su grandeza, que excede todos nuestros cálculos, y porque en
nuestra historia ha abajado hasta lo más profundo de nuestro barro, haciéndose en
Jesús “uno de tantos”, en todo semejante a nosotros menos en el pecado. Con su
humillación Dios ha posibilitado el ensalzamiento de los humillados, a quienes Él
con su humildad ha enaltecido. Con su pobreza virginal ha llenado asimismo de
fecundidad la despreciada esterilidad humana. Bendito sea el Señor ahora y para
siempre.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)