1
Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXXI Semana del Tiempo Ordinario
Lunes
Salmo 130
Dame, Señor, la paz junto a ti . Así como no hay nadie que no quiera gozar,
así no hay nadie que no quiera tener paz; pero la paz solamente la podemos
encontrar junto a Dios, porque la verdadera paz y felicidad provienen de Dios.
Si la paz es don de Dios y tiene su manantial en él, sólo es posible buscarla y
construirla con una relación íntima y profunda con él. Por tanto, edificar la paz en el
orden, la justicia y la libertad requiere el compromiso prioritario de la oración, que
es apertura, escucha, diálogo y, en definitiva, unión con Dios, fuente originaria de
la verdadera paz.
La recuperación del verdadero rostro de Dios es el cimiento de la paz: “Dios
es fuente inagotable de la esperanza que da sentido a la vida personal y colectiva;
sólo Dios hace eficaz cada obra de bien y de paz” . Por tanto, tener al “Dios del
amor y de la paz” con nosotros es poseer “la paz de Dios”: “Se trata de Dios
mismo, fuente de la paz. Se trata del goce de su bendita presencia en nuestro
diario caminar. La paz de Dios es un alivio para nuestro corazón y nuestro espíritu.
Que el Dios de la esperanza nos llene de todo gozo y paz en el creer, para
que abundemos en esperanza por el poder del Espíritu Santo. O como dice san
Pablo: “Por lo demás, hermanos, tengan gozo, perfecciónense, consuélense, sean
de un mismo sentir, y vivan en paz; y el Dios de paz y de amor estará con ustedes”
(2Cor 13:11).
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)