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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXXII Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 36
Dios es nuestro Salvador . Esta respuesta al salmo 36 nos lleva a pensar en
aquel canto que dice: “Tú eres el Dios que nos salva, la luz que nos ilumina, la
mano que nos sostiene y el techo que nos cobija.
Los cristianos decimos creer en Jesús, y que Él es nuestro Salvador, pero ¿de
qué exactamente nos salva? ¿Por qué es necesaria la salvación del ser humano?
Nos salva de la muerte y del pecado, y nos abre las puertas a una vida, que ya para
nosotros ha comenzado y que no termina. Sólo Dios salva al hombre del miedo del
mundo y del ansia ante el vacío de la propia existencia.
Sólo Dios puede librar al hombre del pecado y de todo el mal presente en la
existencia humana. Dios, al revelarse a Sí mismo como Creador del mundo y su
providente ordenador, se revela al mismo tiempo como Salvador: como Quien
libera del mal, especialmente del pecado cometido por la libre voluntad de la
criatura.
En el plan dispuesto por la Providencia de Dios, Jesús de Nazaret lleva un
nombre que alude a la salvación: „Dios libera‟, porque El es en realidad lo que el
nombre indica, es decir, el Salvador. Lo atestiguan algunas frases que se
encuentran en los llamados Evangelios de la infancia escritos por Lucas: “... les ha
nacido… un Salvador” (Lc. 2,11), y por Mateo: “Porque salvará al pueblo de sus
pecados” (Mt. 1,21).
Jesús es el cordero de Dios que viene a quitar el pecado del mundo, para que
podamos vivir en plenitud y en abundancia. Su misión no es sólo quitar los males y
sufrimientos de este mundo, sino arrancar la raíz que origina este mal: el pecado.
La Voluntad de Dios es que todos nos salvemos, que imitemos a Jesús en
nuestra vida diaria, que cumplamos su santa y perfecta voluntad, que veamos su
Providencia en el tiempo presente y que amemos a nuestro prójimo como Él nos
ama. Dios es nuestro Salvador.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)