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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXXIV Semana del Tiempo Ordinario
Martes
Salmo 95
Que todo se alegre ante el Señor . Todos hemos experimentado alguna vez el
enigmático poder de una sonrisa. Verla tatuada en un rostro es símbolo de aliento y
esperanza. Una sonrisa es símbolo de alegría. Y la alegría es capaz de transformarlo
todo.
Quien muestra una sonrisa transpira alegría. Estar con personas alegres es
siempre un rellano en la montaña de la vida. No se trata de una alegría hueca,
como un globo que apenas toca la punta de un alfiler y explota. Me refiero a esa
alegría llena, profunda, cuyas fuentes son más hondas que las distracciones o el
placer. La alegría se teje con la tela de la fidelidad a uno mismo. Es alegre quien se
conoce, se acepta y busca mejorar en todo.
La alegría es profunda cuando viene de Dios, por esto hemos cantado: Que
todo se alegre ante el Señor. Dios es la causa verdadera, que muchas veces se
confunde entre el dolor, el sacrificio y la negación a uno mismo. Por esto Hernest
Hello lleg a decir: “Seor, la tristeza es el recuerdo que conservo de mí mismo; la
alegría, el recuerdo que conservo de Ti”
Y de aquí que la alegría sea una virtud tan cristiana, porque, si es verdadera,
no puede tener otra fuente que Dios, y la fuerza y el poder de aquella simple
sonrisa se encuentran fundados en Él. El cristiano, si es sincero, no puede ni debe
ser un hombre triste: es como una contradicción. Sabemos que Cristo estuvo triste
en Getsemaní, pero fue precisamente cuando sentía que su Padre estaba lejos. En
cambio, pasó su vida pública transmitiendo alegría los cojos, a los ciegos, a los
endemoniados y a las pecadoras. Los únicos que no la recibieron fueron quienes no
lo aceptaron.
Que con nuestra alegría, que tiene su fuente en Dios, seamos capaces de
abrir una puerta a la eternidad en medio de los avatares del tiempo. Que nuestra
alegría sea capaz de decir a los hombres con un simple gesto, aquello que
Dostoievski escribía hace muchos aos en los Hermanos Karamazov: “Amigos, no
pidan a Dios el dinero, el triunfo o el poder. Pídanle lo único importante: la alegría”.
Que todos nos alegremos ante el Señor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)