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Salmos diarios, Ciclo II, Año Par. Explicados
XXXIV Semana del Tiempo Ordinario
Miércoles
Salmo 97
Señor, tus obras son maravillosas . Más que la creación, el misterio de la
redención: nacimiento, muerte y resurrección de Cristo es la obra maestra de las
maravillosas obras de Dios. Pero en esta ocasión quiero presentar algunos rasgos
de lo maravilloso que es la persona, el ser humano.
La belleza del alma no puede compararse con todas las maravillas de la
creación. Es algo inmensamente superior a todo. Un alma, llena de Dios y de su
amor, como en los santos, tiene una belleza tan grande que Dios se goza en
concederle dones místicos maravillosos como sutileza, bilocación, luces
sobrenaturales... El alma humana, llena de Dios, es maravillosa.
Decía la beata Isabel de la Santísima Trinidad: Llevamos el cielo dentro de
nosotros, pues Aquel, que sacia a los bienaventurados en la luz de la visión
beatífica, se nos entrega por la fe y el misterio. Es Él mismo. Y yo he hallado mi
cielo en la tierra, pues el cielo es Dios y Dios mora en mi alma. Cuando comprendí
esto, todo quedó plenamente iluminado para mí.
Santa Angela de Foligno dice: La presencia de Dios aporta al alma luz,
verdad y gracia divina. Y, cuando el alma lo ve así presente, no puede ofenderlo en
nada y alcanza muchos favores celestiales. El alma, advirtiendo la presencia de
Dios, se humilla, sufre confusión por sus pecados y recibe preciosos dones de
sabiduría y un intenso consuelo de alegría divina.
Sólo por ti, Jesús hubiera muerto en la cruz. Sólo por ti, porque tú vales más
que todo el oro del mundo y más que todo el universo con todas sus maravillas. Por
eso, aspiremos a la santidad para amar a Dios con toda tu alma y con todo nuestro
ser. Seamos agradecidos y hagamos de nuestra vida un canto de gloria y alabanza
a Dios. Sonríe, Dios te ama.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)