XXXII Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo A
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
«Volverá el Señor para abrir y cerrar la puerta del banquete de bodas»
I. LA PALABRA DE DIOS
Sb 6,13-17: «Encuentran la sabiduría los que la buscan»
Sal 63,2.3s.5s.7s.: «Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío»
1Ts 4,12-18: «A los que han muerto en Jesús, Dios los llevará con Él»
Mt 25,1-13: «Que llega el esposo, salid a recibirlo».
II. APUNTE BÍBLICO-LITÚRGICO
Los tres últimos Domingos de todos los ciclos miran fijamente al futuro definitivo.
La esperanza de la salvación definitiva impregna todo el quehacer humano de
sentido.
En la parábola de las vírgenes se contraponen la sabiduría (la sensatez) y la
necedad. Por la primera nos identificamos con la manera que Dios tiene de ver al
hombre y al mundo. Por eso, la 1ª Lect. y el Salmo giran en torno a la búsqueda de
la Sabiduría de Dios y de Dios mismo. Por la segunda, el hombre se deja conducir
de sus propios puntos de vista. A la primera se le abren las puertas del banquete de
bodas de Dios con la humanidad, a la segunda se le cierran.
Las virgenes sensatas no manifiestan tanto un sentimiento de egoísmo, cuanto de
reproche a sus compañeras por no haberse tomado en serio la espera del esposo.
III. SITUACIÓN HUMANA
Quien vive con un poco de sensatez, de sentido común, se interesa por acertar en
la vida, en la valoración de los sucesos, en la visión de la realidad, en el desenlace
final... Esto es lo que suele decirse tener una filosofía de la vida. El Evangelio nos
da una teología de la vida. La diferencia estriba en que en el primer caso, el sujeto
pensante es el hombre, y en el segundo, Dios para el hombre.
IV. LA FE DE LA IGLESIA
La fe
– Vivimos el entretiempo que media de la primera a la segunda venida del Señor.
"El tiempo presente, según el Señor, es el tiempo del Espíritu y del testimonio...
pero es también un tiempo marcado todavía por la «tristeza»... y la prueba del
mal... que afecta también a la Iglesia... e inaugura los combates de los últimos
días... Es un tiempo de espera y de vigilia..." (672; cf 668-675).
La respuesta
– La espera en vigilia: «Vigilia» es un término clásico del lenguaje cristiano para
designar un tiempo largo dedicado a la oración en las horas de la noche. Tiempo de
silencio exterior y de riqueza interior, porque es espera del Señor y todo se mira
desde su próxima venida (sabiduría). Tiempo simbólico que remite a la venida del
Señor en la muerte de cada uno y al fin de los tiempos: "En Jesús, «el Reino de
Dios está próximo», llama a la... vigilancia. En la oración, el discípulo espera atento
a Aquel que «es y que viene», en el recuerdo de su primera venida en la humildad
de la carne, y en la esperanza de su segundo advenimiento en la gloria... En
comunión con su Maestro, la oración de sus discípulos es un combate, y velando en
la oración es como no se cae en la tentación..." (2612; cf 2849. 2699).
El testimonio cristiano
– «Como no sabemos el día ni la hora es necesario, según el consejo del Señor,
estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en
la tierra, mereceremos entrar con Él en la boda» (1036).
– La parábola de "«la viuda importuna» (cf Lc 18,1-8), está centrada en una de las
cualidades de la oración: es necesario orar siempre, sin cansarse, con la paciencia
de la fe. «Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra?»"
(2613).
El retorno del Señor es gozoso: se compara a un banquete de bodas y, al mismo
tiempo, abre un gran interrogante: decide la suerte eterna que cada uno se ha
labrado durante la propia vida. El entretiempo actual es tiempo de oración vigilante.
En su centro, la Plegaria eucarística y la comunión, vueltas a la venida del Señor.
Con permiso de Almudi.org