I Semana de Adviento (Año Par)
Miércoles
Mt 15:29-37
Jesús sana a los enfermos y multiplica los panes . El pueblo había escuchado al
Señor durante horas. Al final, Jesús dice: están cansados, tienen hambre, tenemos
que dar de comer a esta gente. El Señor manda que se siente la gente y que se
distribuyan esos panes y los peces. Y todos quedan saciados. Más aún, el Señor
encarga a los Apóstoles, y entre ellos a Pedro, que recojan las abundantes sobras.
Realizar el milagro de la multiplicación de los panes y peces tenía diversos
sentidos. El primero era evidentemente el sentido material: alimentar a la
muchedumbre hambrienta. Un segundo sentido era sin duda presentarse ante el
pueblo como el Mesías esperado. Pero además sería el punto de partida para
introducir a sus discípulos en una realidad misteriosa: Él era el Pan Vivo bajado del
Cielo, un pan que daría la vida eterna a quien comiese de Él (Cfr. Jn 6,55-57).
La multiplicación de aquellos panes era el anticipo y preanuncio de la
multiplicación de aquel otro Pan de Vida que es Él mismo, una multiplicación que Él
ha venido realizando interrumpidamente desde la noche de la última Cena y que
durará hasta el final de los tiempos. Esta multiplicación se realiza por medio de sus
sacerdotes en cada Eucaristía que actualiza lo que el Señor Jesús hizo aquella
memorable noche de pascua: “tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo:
“Este es mi Cuerpo que se da por vosotros; haced esto en memoria mía” (1Cor
11,23-24).
La Eucaristía, el Milagro permanente por el que el Señor también hoy continúa
multiplicando el Pan de su propio Cuerpo y Sangre para alimentarnos y
fortalecernos en el camino de la vida cristiana, construye la unidad que en Cristo y
por Cristo hemos alcanzado y estamos llamados a conservar.
Este signo prodigioso es figura del mayor misterio de amor, que se renueva
cada día en la santa misa: mediante los ministros ordenados, Cristo da su Cuerpo y
su Sangre para la vida de la humanidad. Y quienes se alimentan dignamente en su
mesa, se convierten en instrumentos vivos de su presencia de amor, de
misericordia y de paz.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)