I Semana de Adviento (Año Par)
Sábado
Mt 9:35-10, 1.6-8
“Al ver a la multitud se compadeció de ella” . Las miserias del hombre son
muchas, y Jesús se compadece de todas: del ciego, del leproso, de la madre viuda,
de la multitud hambrienta. Pero hay una que le rompe el corazón: que el pueblo
esté como ovejas sin pastor. Entonces él mismo se ofrece como solución: “Al
desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque
eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato” (Mc 6,34).
Jesús parece estar recordando las palabras pronunciadas por el profeta
Ezequiel seis siglos antes: en el pueblo de Dios hay ovejas que viven sin pastor:
ovejas „débiles‟ a las que nadie conforta; ovejas „enfermas‟ a las que nadie cura;
ovejas „heridas‟ a las que nadie venda. Hay también ovejas „descarriadas‟ a las que
nadie se acerca y ovejas „perdidas‟ a las que nadie busca (Ezequiel 34).
Son muchos los que necesitan luz en su corazón, los que ansían escuchar
palabras de aliento y esperanza. Jesús es la imagen de la Iglesia. Viendo tanta
gente sin fe, sin pastores, sin guía, necesitada de llenar el anhelo de su alma, no
podemos darnos reposo, somos seguidores de Jesús, discípulos y misioneros suyos.
Todos los días podemos hacer, no sólo algo, sino mucho por los demás, que nos
encontramos en nuestro diario caminar.
Cada cristiano se convierte en un pastor allí donde está: en su familia, en su
entorno vecinal, en su trabajo. Allí donde vive está transmitiendo valores a la
sociedad y a las personas que lo rodean. La oración nos dará fuerzas para que
nunca se agote el torrente de aguas cristalinas que Dios hace manar en nuestro
corazón, para que las comuniquemos a los que andan como ovejas sin pastor.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)