San Andrés Apóstol
Mt 4: 18-22.
“…dejaron sus redes y lo siguieron”. Inmediatamente al oír de Jesús
“Síganme, y yo los haré pescadores de hombres”, Pedro y Andrés dejaron sus redes
y lo siguieron. Para ellos, la redes eran toda su herramienta de trabajo, por ellas
lograban su sustento. Sin embargo no dudaron y siguieron a Jesús. Así, Jesús,
prolonga a través de los hombres su predicación. Hombres elegidos para ser
profetas y sus apóstoles.
El “Vengan conmigo” no es una orden, es una invitación, una propuesta. Y
aquellos pescadores fueron de tal modo atraídos por la invitación que Jesús les
hizo, que “inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron”.
También nosotros, cada uno o cada una en sus circunstancias concretas,
somos invitados por el Señor -y esa invitación puede estar repitiéndose aquí y
ahora- a seguirlo de determinada manera, en un estado de vida específico para
contribuir al establecimiento del Reino de Dios en el entorno social concreto en el
que nos corresponde vivir.
Para que ese seguimiento sea una realidad, tenemos que “dejar las redes”,
como lo hicieron los primeros discípulos de Jesús, es decir, deshacernos de todo
cuanto nos “enreda” y, por lo mismo, nos impide emprender el camino que Dios
nos indica como aquél que nos conduce a la verdadera realización del sentido de
nuestra existencia.
Pidámosle entonces al Señor que nos dé la disposición necesaria para no ser
sordos a su llamamiento, sino prontos y diligentes en atender la invitación que el
mismo Jesús nos hace a colaborar con Él en la proclamación, el establecimiento y el
desarrollo del Reino de Dios en nuestro entorno social: en nuestros hogares, en
nuestros lugares de trabajo, en todas las circunstancias de nuestra vida.
Al celebrar la fiesta de san Andrés, lo podemos tomar como ejemplo: de él nos
dice la tradición, que no sólo fue misionero en Asia menor y en los territorios al sur
del Mar Negro, sino también en Grecia, donde sufrió el martirio.
Así, en la vida de san Andrés se puede constatar la lección del grano de trigo
que muere para dar fruto. Según la tradición, siguió el mismo destino de su Señor y
Maestro, sufrió el martirio en cruz. De su ejemplo aprendemos que el itinerario de
cada cristiano, al igual que el de toda la Iglesia, lleva a la vida nueva, a la vida
eterna, a través de la imitación de Cristo y la experiencia de la cruz.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)