II Semana de Adviento (Año Par)
Jueves
Mt 11, 11-15
No ha habido ninguno más grande que Juan el Bautista . El evangelista san
Mateo lo presenta como el Precursor, es decir, el que recibió la misión de „preparar
el camino‟ al Mesías. Juan es el Precursor de Cristo, el que vino para preparar y
alumbrar los caminos del Señor. Bien claro Juan lo afirma: “Está para venir otro
más poderoso que yo, al cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado”.
Juan el Bautista anuncia a Cristo no sólo con palabras, como los otros
profetas, sino especialmente con una vida análoga a la del Salvador. Nace seis
meses antes que Él; su nacimiento es vaticinado y notificado por el ángel Gabriel,
como el suyo, y causa en las montañas de Judea una conmoción y regocijo
semejantes a los que debían tener lugar poco después en las cercanías de Belén.
Pronto se extiende el renombre de su virtud, y aumenta la veneración del
pueblo hacia él; los judíos acuden para ser bautizados, enfervorizados por sus
palabras. Mientras predica y bautiza anuncia un bautismo perfecto: “Yo bautizo en
el agua y por la penitencia, y el que vendrá, en el Espíritu Santo y el fuego”.
Y cuando Jesús se acerca al Jordán para ser por él bautizado, Juan no se
atreve a hacerlo. “¿Tú vienes a mí, cuando yo debería ser bautizado por Ti?” Pero
Jesús insiste, y le bautiza entonces.
Encarcelado por Herodes Antipas por haberse atrevido a reprimir y censurar su
conducta y vida escandalosa, le llega la noticia de que Jesús ha empezado su
ministerio público. Jesús, por su parte, en su predicación asegura a los judíos que
entre todos los hombres de la tierra no hay un profeta más grande que Juan.
Hermanos y hermanas, preparémonos para el encuentro con Cristo.
Preparémosle el camino en nuestro corazón y en nuestra familia. La persona y la
palabra del Bautista es un fuerte llamamiento a la vigilancia y a la espera del
Salvador.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)