Esperar con confianza el encuentro definitivo con Dios
21/10/2011
Evangelio
Del santo Evangelio según san Lucas 12, 54-59
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «Cuando ustedes ven que una nube se va
levantando por el Poniente, enseguida dicen que va a llover, y en efecto, llueve.
Cuando el viento sopla del Sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Si
saben interpretar el aspecto que tienen el cielo y la tierra, ¿por qué no interpretan
entonces los signos del tiempo presente? ¿Por qué, pues, no juzgan por ustedes
mismos lo que les conviene hacer ahora?
Cuando vayas con tu adversario a presentarte ante la autoridad, haz todo lo posible
por llegar a un acuerdo con él en el camino, para que no te lleve ante el juez, el
juez te entregue a la policía, y la policía te meta en la cárcel. Yo te aseguro que no
saldrás de ahí hasta que pagues el último centavo». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Señor, creo, espero y confío en tu amor. Ilumina mi mente y, sobre todo, mi
voluntad, porque aunque sé lo que me conviene hacer, soy débil ante las
tentaciones.
Petición
Señor, ayúdame a ser santo al saber apartarme de todo lo que me pueda alejar de
tu amor.
Meditación
«Está claro que no podemos calcular con las medidas cronométricas de este mundo
la “duración” de este arder que transforma. El “momento” transformador de este
encuentro está fuera del alcance del cronometraje terrenal. Es tiempo del corazón,
tiempo del “paso” a la comunión con Dios en el Cuerpo de Cristo. El Juicio de Dios
es esperanza, tanto porque es justicia, como porque es gracia. Si fuera solamente
gracia que convierte en irrelevante todo lo que es terrenal, Dios seguiría
debiéndonos aún la respuesta a la pregunta sobre la justicia, una pregunta decisiva
para nosotros ante la historia y ante Dios mismo. Si fuera pura justicia, podría ser
al final sólo un motivo de temor para todos nosotros. La encarnación de Dios en
Cristo ha unido uno con otra –juicio y gracia– de tal modo que la justicia se
establece con firmeza: todos nosotros esperamos nuestra salvación “con temor y
temblor”. No obstante, la gracia nos permite a todos esperar y encaminarnos llenos
de confianza al encuentro con el Juez, que conocemos como nuestro
“abogado”, parakletos » (Benedicto XVI, Encíclica Spe salvi , n. 47).
Reflexión apostólica
«Todos los fieles, en virtud de su compromiso bautismal, asumen la hermosa tarea
de convertirse día tras día, con la ayuda de la gracia, en cristianos auténticos, de
honda fe, acendrada esperanza y ardiente caridad » (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n.358).
Propósito
Atesorar lo único que puedo llevar al más allá: actos de amor
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por este momento de oración. Tengo clara mi responsabilidad y mi
misión, sin embargo me pones hoy en alerta ante mi propia fragilidad. ¡Perdón por
mis caídas!, te amo y no quiero defraudarte, pero sin tu presencia en mi vida no
podré remediar ni librarme de la mediocridad y la tibieza que caracterizan mi
entorno social. Tú sabes que ese estilo de vida no deja de ser una tentación para
mí.
«Vive tranquilo; sé fiel, y un día Dios nuestro Señor colmará esa sed, llenará esa
esperanza y anulará esa inquietud. Dale gracias a Dios de tener “sed de Él”; el día
en que esto desaparezca, entonces sí, preocúpate»
( Cristo al centro, n. 724).