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Día litúrgico: Sábado XXIX del tiempo ordinario
Texto del Evangelio ( Lc 13,1-9): En aquel tiempo, () les dijo esta parábola:
«Un hombre tenía plantada una higuera en su viña, y fue a buscar fruto en
ella y no lo encontr. Dijo entonces al viador: ‘Ya hace tres aos que vengo a
buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro; córtala; ¿para qué va a cansar
la tierra?’. Pero él le respondi: ‘Seor, déjala por este ao todavía y mientras
tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante; y si no
da, la cortas’.
Comentario: REDACCIÓN evangeli.net (elaborado a partir de textos de Benedicto XVI) (Città del
Vaticano, Vaticano)
Dios nos llama al progreso
H oy, la "Parábola de la higuera" sugiere que el progreso —en su fuente y en su
esencia— es un designio divino. Decir que el desarrollo es vocación comporta reconocer
que éste nace de una llamada trascendente y que es incapaz de darse su significado
último por sí mismo. Dios es el garante del verdadero desarrollo del hombre en cuanto,
habiéndolo creado a su imagen, funda también su dignidad trascendente y alimenta su
anhelo constitutivo de "ser más".
Si el hombre fuera fruto sólo del azar o de la necesidad, y no tuviera una naturaleza
destinada a elevarse hacia una vida sobrenatural, podría hablarse de incremento o de
evolución, pero no de desarrollo. Sin un horizonte de vida eterna, el progreso humano
en este mundo se queda sin aliento. Sin Él, o se niega el desarrollo, o se le deja
únicamente en manos del hombre, que cede a la presunción de la auto-salvación y
termina por promover un desarrollo deshumanizado.
—Señor, líbranos del flagelo del "súper-desarrollo" promovido con "sub-desarrollo
moral".
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