I Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Martes
Mc 1,21-28
No enseñaba como los escribas, sino como quien tiene autoridad . Jesús tenía
conciencia de poseer una autoridad divina: los que escuchaban a Jesús “se
maravillaban de su doctrina, pues les enseñaba como quien tiene autoridad y no
como los escribas” (Mc 1, 22; y Mt 7, 29; Lc 4, 32). La gente había captado la
diferencia entre la enseñanza de Cristo y la de los escribas israelitas, y no sólo en el
modo, sino en la misma sustancia: los escribas apoyaban su enseñanza en el texto
de la ley mosaica, de la que eran intérpretes y glosadores; y Jesús no seguía el
método de uno “que ensea” o de un “comentador” de la Ley Antigua, sino como
quien tiene autoridad sobre la ley.
Esta competencia y autoridad estaban constituidas, sobre todo, por la fuerza
de la verdad contenida en la predicacin de Cristo. Él “hablaba con autoridad”, y
ésta era la autoridad de la verdad, cuya fuente es el mismo Dios. El propio Jesús
decía: “Mi doctrina no es mía, sino del que me ha enviado” (Jn 7, 16).
Jesús era Maestro de la verdad que es Dios. De esta verdad dio Él testimonio
hasta el final, con la autoridad que provenía de lo alto: podemos decir, con la
autoridad de uno que es „rey‟ en la esfera de la verdad.
Jesús tiene conciencia de que, en su doctrina, se manifiesta a los hombres la
Sabiduría eterna . Las palabras que proceden de esa Sabiduría divina „no pasarán‟:
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán ” ( Mc 13, 31). En efecto,
éstas contienen la fuerza de la verdad, que es indestructible y eterna. Son, pues,
„palabras de vida eterna‟.
Por tanto, el Evangelio de hoy nos exige vivir de acuerdo con lo que el Señor
nos enseña, dejándonos transformar interiormente por el poder y eficacia de su
Palabra, a no endurecer el corazón y no rechazar su doctrina ni a Él, porque su
persona y su doctrina son „palabras de vida eterna‟.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)