I Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Sábado
Mc 2, 13-17
No he venido para llamar a los justos, sino a los pecadores . El Evangelista
Marcos dice que Jesús „estaba sentado a la mesa en casa de Leví‟ y que “muchos
publicanos y pecadores estaban recostados con Jesús y con sus discípulos” (cf. Mc
2, 13-15). También en este caso „los escribas de la secta de los fariseos‟
presentaron sus quejas a los discípulos; pero Jesús les dijo: “No tienen necesidad
de médico los sanos, sino los enfermos; ni he venido yo a llamar a los justos, sino a
los pecadores” (Mc 2, 17).
La lucha contra el pecado y sus raíces no aleja a Jesús del hombre. Muy al
contrario, lo acerca a los hombres, a cada hombre. En su vida terrena Jesús solía
mostrarse particularmente cercano de quienes, a los ojos de los demás, pasaban
por pecadores. Esto lo podemos ver en muchos pasajes del Evangelio.
No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Mt 9, 11-13). Los
que querían reconstruir sus vidas eran los más disponibles para escuchar a Jesús y
a ser sus discípulos. Nosotros podemos seguir sus pasos, de modo particular,
podemos acercaros particularmente a Jesús precisamente porque hemos elegido
volver a él y vivir siempre con Él.
San Gregorio Niceno, comenta que Jesús “No detesto a los pecadores, porque
sólo he venido para bien de ellos; no para que sigan pecando, sino para que se
conviertan y se hagan buenos. Por consiguiente, podemos estar seguros que, a
igual que el padre en el relato del hijo pródigo, Jesús nos recibe con los brazos
abiertos. Nos ofrece su amor incondicional: la plenitud de la vida se encuentra
precisamente en la profunda amistad con él.
Padre Félix Castro Morales
Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/ (Con permiso a homiletica.org)