EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario A
Libro de la Sabiduría 6,12-16.
La Sabiduría es luminosa y nunca pierde su brillo: se deja contemplar fácilmente
por los que la aman y encontrar por los que la buscan.
Ella se anticipa a darse a conocer a los que la desean.
El que madruga para buscarla no se fatigará, porque la encontrará sentada a su
puerta.
Meditar en ella es la perfección de la prudencia, y el que se desvela por su causa
pronto quedará libre de inquietudes.
La Sabiduría busca por todas partes a los que son dignos de ella, se les aparece con
benevolencia en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos.
Salmo 63(62),2.3-4.5-6.7-8.
Señor, tú eres mi Dios, yo te busco ardientemente; mi alma tiene sed de ti, por ti
suspira mi carne como tierra sedienta, reseca y sin agua.
Sí, yo te contemplé en el Santuario para ver tu poder y tu gloria.
Porque tu amor vale más que la vida, mis labios te alabarán.
Así te bendeciré mientras viva y alzaré mis manos en tu Nombre.
Mi alma quedará saciada como con un manjar delicioso, y mi boca te alabará con
júbilo en los labios.
Mientras me acuerdo de ti en mi lecho y en las horas de la noche medito en ti,
veo que has sido mi ayuda y soy feliz a la sombra de tus alas.
Primera Carta de San Pablo a los Tesalonicenses 4,13-18.
No queremos, hermanos, que vivan en la ignorancia acerca de los que ya han
muerto, para que no estén tristes como los otros, que no tienen esperanza.
Porque nosotros creemos que Jesús murió y resucitó: de la misma manera, Dios
llevará con Jesús a los que murieron con él.
Queremos decirles algo, fundados en la Palabra del Señor: los que vivamos, los que
quedemos cuando venga el Señor, no precederemos a los que hayan muerto.
Porque a la señal dada por la voz del Arcángel y al toque de la trompeta de Dios, el
mismo Señor descenderá del cielo. Entonces, primero resucitarán los que murieron
en Cristo.
Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, seremos llevados con
ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el
Señor para siempre.
Consuélense mutuamente con estos pensamientos.
Evangelio según San Mateo 25,1-13.
Por eso, el Reino de los Cielos será semejante a diez jóvenes que fueron con sus
lámparas al encuentro del esposo.
Cinco de ellas eran necias y cinco, prudentes.
Las necias tomaron sus lámparas, pero sin proveerse de aceite,
mientras que las prudentes tomaron sus lámparas y también llenaron de aceite sus
frascos.
Como el esposo se hacía esperar, les entró sueño a todas y se quedaron dormidas.
Pero a medianoche se oyó un grito: 'Ya viene el esposo, salgan a su encuentro'.
Entonces las jóvenes se despertaron y prepararon sus lámparas.
Las necias dijeron a las prudentes: '¿Podrían darnos un poco de aceite, porque
nuestras lámparas se apagan?'.
Pero estas les respondieron: 'No va a alcanzar para todas. Es mejor que vayan a
comprarlo al mercado'.
Mientras tanto, llegó el esposo: las que estaban preparadas entraron con él en la
sala nupcial y se cerró la puerta.
Después llegaron las otras jóvenes y dijeron: 'Señor, señor, ábrenos',
pero él respondió: 'Les aseguro que no las conozco'.
Estén prevenidos, porque no saben el día ni la hora.
comentario del Evangelio por
Santa Gertrudis de Helfta (1256-1301), monja benedictina
Ejercicios, n° 5; SC 127
«¡Qué llega el esposo! salid a recibirlo!»
Mi Dios, mi dulce Noche, cuando me llegue la noche de esta vida, hazme
dormir dulcemente en ti, y experimentar el feliz descanso que has preparado para
aquellos que tú amas. Que la mirada tranquila y graciosa de tu amor, organice y
disponga con bondad, los preparativos para mi boda. Con la abundancia de tu
amor, cubre... la pobreza de mi vida indigna; que mi alma habite en las delicias de
tu amor, con una profunda confianza.
¡Oh amor, eres para mi una noche hermosa, que mi alma diga con gozo y
alegría a mi cuerpo un dulce adiós, y que mi espíritu, volviendo al Señor que me lo
dio, descanse en paz bajo tu sombra. Entonces me dirás claramente... "Que viene
el Esposo: sal ahora y únete a él íntimamente, para que te regocijes en la gloria de
su rostro" ...
¿Cuándo, cuándo te me mostrarás, para que te vea y dibuje en mi, con
deleite, esta fuente de vida que tú eres, Dios mío? (Isaías 12,3) Entonces beberé,
me embriagaré en la abundante dulzura de esta fuente de vida de donde brotan las
delicias de aquel que mi alma desea (Sal 41,3) ¡Oh, dulce rostro, ¿cuándo me
colmarás de ti? Así entraré en el admirable santuario, hasta la visión de Dios (Sal
41,5); no estoy más que a la entrada, y mi corazón gime por la larga duración de
mi exilio. ¿Cuándo me llenarás de alegría en tu rostro dulce? (Salmo 15,11)
Entonces contemplaré y abrazaré al verdadero Esposo de mi alma, mi Jesús...
Entonces conoceré como soy conocida (1 Corintios 13,12), amaré como soy amada;
entonces te veré, Dios mío, tal como eres (1 Jn ,:2), en tu visión, tu felicidad y tu
posesión bienaventurada por los siglos.
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”